Alfonso Vélez Jaramillo
La festividad de San Juan y San Pedro en el Huila, es una de las más importantes y de mayor tradición cultural en el territorio colombiano.
Tiene sus raíces en el Tolima Grande, en la cual se relaciona la música, la mitología y su gastronomía y en un principio era llamada fiesta pagana.
Con influencia religiosa y para apaciguar los ánimos alterados por el baño de sangre de la violencia, el Tolima hace énfasis en San Juan y el Huila con San Pedro.
El Tolima grande culturalmente es uno solo, desde San Agustín en el Sur del Huila, hasta el rio Guarinó, que marca el límite entre Honda en el Tolima y La Dorada, en Caldas, unos 570 kilómetros y más de 9 horas de viaje. En cada municipio sus habitantes celebran el San Pedro, en una sola tonada.
Para algunos historiadores es la cristianización de los ritos y para otros, un apoyo del arte y la fiestas para cimentar la esquiva paz que tanto necesita la sociedad.
Debe agregarse que en cada etapa surgen personajes de carne y hueso, que con más entusiasmo que apoyo moral y económico, van contribuyendo paso a paso en la construcción y consolidación de este proceso, como “San Pedro” en el Huila.
Desde que conozco el Huila, “San Pedro” ha sido interpretado por un hombre de barba natural blanca, que luce una túnica de sacerdote, porta las llaves que encarnan su autoridad en la Iglesia e identifica las virtudes de la Caridad, la Fe y la Esperanza.
Lleva igualmente el tradicional “sombrero de pindo”, originario de Palermo, una población distante de Neiva 17 kilómetros y se trata del capitán retirado del ejército Joaquín Espinosa Macias, hoy, de 80 años, campesino, nacido en 1.944, en Gigante, Huila.
Sobrino de Tulia Rosa Espinosa Celis, la maestra que murió de 91 años y encarna el símbolo de la educación en el Sur del País. Considerada entre los tres grandes personajes del siglo XX en el Huila, junto al ex presidente Misael Pastrana y Guillermo Plazas, que aún vive.
Joaquín Espinosa Macias, tiene la misión de conservar vivas las tradiciones culturales de nuestro departamento y no se sabe si este año salga o no, pues está en recuperación de algunas dolencias que lo aquejan desde hace algún tiempo.
En cada desfile va de primero repartiendo bendiciones y “perdonando los pecados” al numeroso público abarrotado al lado y lado de la vía, al tiempo que disfruta del aguardiente y otras bebidas tradicionales, producidas en la región.
Ahora salen otros San Pedros y muy buenos, pero con barba postiza, nada comparable con la naturalidad de Joaquín, de contextura gruesa, quien desde el primero de enero comienza a dejarse crecer la barba que con el paso de los años es cada día mas blanca, como la del apóstol Pedro, el primer papa de Roma.
Es todo un personaje y tiene un nieto que salía, pero no volvió y menos ahora que está de salida por la edad y sus dolencias, pero no deja de disfrutar de las actividades folclóricas del Huila, su patria chica.
Ya siente nostalgia porque no tiene sucesor en la familia y porque quiere a su tierra y lleva en su sangre sus tradiciones.
La primera vez que desfiló fue en l.971, cuando las fiestas comenzaban a tomar fuerza y apoyo del gobierno, toda vez que se buscaba recuperar el estado anímico de la población afectada por el terremoto del 66.
“Siempre he recibido reconocimiento y cariño de la gente, son los que aportaron ideas para continuar con la construcción del personaje diciéndome ‘San Pedro’, con cariño”.
Digo yo, no ha sucedido lo mismo de parte del gobierno y los organizadores de las fiestas, en donde priman el interés personal de cortejar a personajes políticos y otros que poco o nada han hecho por la cultura del Huila, solo figuración.
“San Pedro”, no ha considerado retirarse, pero el ciclo vital es inexorable, sin embargo, asegura, “así sea en una silla de ruedas, seguiré vestido de San Pedro, gozando y ayudando a gozar las fiestas, hasta que él me lo permita”.
El San Pedro de las fiestas del Huila, Joaquín Espinosa, se recupera en Bogotá, junto a su esposa, Mery Silva, sus hijos, Joaquín, Gloria Patricia y Sandra Carolina y sus nietos María José, Esteban e Isabela.
A esta clase de personajes debe exaltárseles en vida y no esperar que fallezcan para quedar bien expresándole el sentido pésame a la familia, por esa razón lo recordamos con especial afecto y consideración.