El afán alcabalero del gobierno nacional para recaudar recursos adicionales para financiar el Plan Nacional de Desarrollo durante el presente cuatrienio, empezó a tener tropiezos desde el inicio cuando fue presentada a consideración del legislativo. Permanentemente la presión de las diferentes organizaciones empresariales y de la ciudadanía en general, empezaron a generar dificultades al interior del congreso de la república. No bastó la arrogancia de la coalición conformada por los congresistas enmermelados que esperaban apabullar con sus mayorías la aprobación de todas las iniciativas presentadas por el ejecutivo, sino que empezaron a tocar los callos y los intereses de los sectores, que han venido representando desde la campaña presidencial. Tal es así, el caso de las iglesias. La propuesta del presidente Petro durante la campaña presidencial que juró no incorporar la modificación de la estructura tributaria del país, fue cambiada su postura, una vez se posesionó como primer mandatario de los colombianos.
La comisión de conciliación de la reforma tributaria decidió, definitivamente, hundir el artículo que pretendía gravar a las iglesias. Fueron encontradas las propuestas de los congresistas, que pusieron entre dicho, la aprobación de la misma reforma tributaria en ciertos momentos de las acaloradas discusiones que se dieron. Esta propuesta pasó en la Cámara, pero se hundió en el Senado, por lo que los integrantes de la comisión debían definir si la incluían o no en el texto definitivo. Pero no fueron avaladas. Se espera que las plenarias conjuntas lo aprueben, con el fin de que el presidente Petro la sancione. Optaron por la segunda opción. Retirarla del texto. Dicho artículo pretendía que las iglesias pagasen un impuesto de 20 por ciento sobre la renta cuando realicen actividades que no estén relacionadas con su culto.
La discusión nació porque algunas organizaciones religiosas, poseen millonarios activos que no pagan sus obligaciones tributarias y se encuentran exentas a raíz del concordato que el Estado colombiano tiene suscrito con el Vaticano. Lo que, si es real, es que muchas poseen grandes capitales provenientes de donaciones particulares y otras que están rentando, pero que no son utilizados para el desarrollo de los actos litúrgicos y los relacionados con las prácticas religiosas.
Desafortunadamente el apetito alcabalero que actualmente circunda por el ejecutivo, siguen escudriñando, otros sectores para incorporarlos en una próxima reforma tributaria que se presente el próximo año. La sociedad colombiana no aguanta más que se creen nuevos impuestos, en momentos cuando los indicadores de pobreza son altos y la dinámica económica se encuentra en un sendero descendente, como lo demuestran los indicadores económicos recientemente publicados por el Dane. Alrededor de 20 billones de pesos espera recaudar el gobierno, gracias a esta reforma tributaria que va a contribuir con el proceso de pauperización de los sectores más vulnerables del país.
