Diario del Huila

Se confunden las ideologías, se aclara lo social

Sep 17, 2021

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Por: Germán Calderón España

Con los nuevos términos que identifican las ideologías de la política moderna, todos podemos equivocarnos y salir engañados por candidatos que, hasta al son de la religión, buscan votos donde sea, pero que al final de cuentas, esas “populistas” jugadas no son como se muestran, pues con la frase de Hugo Chávez, recientemente rescatada,  alusiva a que “la revolución se trata de mantener pobres a los pobres, pero con esperanza”, se resume todo. Podríamos enmarcarla dentro del concepto de aporofobia, que significa “rechazo al pobre” y que ha sido tratado por la filósofa española Adela Cortina como un problema político  y social a combatir, aunque este pensamiento angular de la política de Chávez y muy seguramente de Maduro, representa una macabra idea de mantener un régimen de oprobio al pueblo venezolano.

Acá en Colombia, la contienda electoral por la presidencia, muestra en apariencia, candidatos de izquierda, de derecha, del centro, de la centro izquierda, de la centro derecha, a los cuales, si le aplicamos el sentido estricto de cada uno de esos conceptos, no se ajustan y realmente lo que tenemos es un reemplazo de los partidos tradicionales liberal y conservador por simplemente la derecha y la izquierda, la primera, unida en torno a unos ideales que, paradójicamente, resultan más cercanos a la comunidad que los de la izquierda atomizada en unos reinsertados a la vida social y algunos que ven esperanza de llegar entrando en las redes de las corrientes de los rebeldes sin causa, de los contestatarias que se quedaron en solamente eso y de una juventud que edifica olas que llegan hasta la arena y se desvanecen porque en su camino se contaminan del vandalismo y la anarquía.

Si lo que no se quiere ahora, ni un liberalismo que defendía la libertad del individuo y una intervención mínima del Estado en la vida social y económica, ni un conservadurismo que representa la ortodoxia y el mantenimiento de la tradiciones políticas, económicas y sociales, a estas alturas no existe un norte definido que oriente a la sociedad colombiana, debido a muchos factores, entre ellos, la crisis de los partidos infectados por diversos vicios, el decaimiento de los valores del individuo y la globalización que introdujo un mundo sin fronteras, la tecnología y el multiculturalismo.

Adela Cortina, ante la llegada del coronavirus al mundo y como solución a su crisis, insiste en que solamente la solidaridad, la justicia y las buenas decisiones se cultivan para conformar un “carácter” en los pueblos y las gentes.

Ese carácter que consolida las ideologías, no responde exactamente a los derroteros que las caracteriza, permitiendo la equivocación y el error por las confusiones que estos términos producen.

En medio de un ejemplo de esta confusión doctrinaria aparece una propuesta del partido Centro Democrático, gestada y promocionada por su líder, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, como una respuesta a quienes desde las calles exigieron de las autoridades soluciones a sus necesidades, que responde a los consejos de Cortina de adoptar los principios de solidaridad y de justicia, y buenas decisiones, recogida en i) una política social profunda; ii) unas fuentes de ingresos pagadas por los más pudientes; iii) un Estado burocrático austero; y iv) el restablecimiento de la autoridad y del orden.

Esta línea de conducta acaba de ser adoptada, en gran parte, por el gobierno en la reciente reforma tributaria denominada “ley de inversión social” que incrustó la estructura de atención social que favorece a 7,8 millones de hogares, es decir, unas 30 millones de personas por medio de los programas sociales; la permanencia del programa de matrícula cero, entre otros subsidios para los colombianos más necesitados; promoverá el empleo formal de las mujeres manteniendo un beneficio especial del subsidio a la nómina del 50% para ellas en el PAEF. Gracias a este programa 1,7 millones de mujeres mantienen su empleo desde la pandemia y unas 196.000 mujeres se beneficiarán de la ley; el 97% de las microempresas del país pagará menos de la mitad del impuesto de renta en comparación a las grandes empresas; se aumentó el impuesto de renta de personas jurídicas (el ajuste fiscal tendrá lugar a partir de 2023), con el incremento de la tarifa del impuesto de renta a las empresas, de 30 a 35 por ciento; se fijó la sobretasa de impuesto de renta, de 3 puntos porcentuales, a las instituciones financieras, lo que aplicará entre 2022 y 2025; se inicia el desmonte de los beneficios de la Ley de Crecimiento de 2019 (descuento de ICA en impuesto de renta se mantiene en 50 por ciento en 2022), sin descontar las medidas de austeridad y lucha contra la evasión, de 1,9 billones de pesos; se incluye la extensión de programas sociales, y el cambio a la llamada Regla Fiscal, una ley que se creó para ponerle límite al déficit fiscal, y llegar así a sanear las finanzas públicas; entre otros temas.

Con la concreción de esta ley social, algunos no encuentran cómo calificar a su gestor: de chavista, de izquierdista o de asistencialista, por lo que definitivamente, todos esos términos ideológicos causan confusiones, importando más, a la hora de ofrecer salidas, que la derecha, es la que está proponiendo. Los demás, se quedaron en lo superfluo sin cumplir los mandatos de la ciudadanía y sin ejecutar su función de intermediarios de los mismos.

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