Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa
Escribió Warren Bennis, autor del best seller “Líderes: Las cuatro claves del liderazgo eficaz”, en el libro “Cómo llegar a ser líder”, que hace unos pocos años, un científico de la Universidad de Michigan hizo una lista de los que él consideraba los diez peligros básicos para nuestra sociedad. El primero y más significativo era la posibilidad de algún tipo de guerra o accidente nuclear que pusiera en riesgo la raza humana. El segundo peligro, como si fuera un profeta, era la perspectiva de una pandemia que trajera consigo hambre y depresión económica. El tercero de los problemas clave enunciado por el científico, que podría acarrear la destrucción de la sociedad, era la calidad de la administración y del liderazgo de nuestras instituciones; porque como el mismo Warren lo señala, “la calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestros líderes.
El escritor y político norteamericano John W. Gardner, en el libro “No Easy Victories (No hay victorias fáciles)”, escribió que “a los líderes les corresponde un papel significativo en la creación del estado de ánimo de la sociedad. Pueden servir como símbolos de la unidad moral de la sociedad. Pueden expresar los valores que mantienen a la sociedad unida. Lo más importante es que pueden concebir y expresar metas que elevan a la gente por encima de sus mezquinas preocupaciones, la pasan por encima de los conflictos que despedazan una sociedad, y la unen en busca de objetivos dignos de sus mejores esfuerzos”.
Estamos ante una situación bastante compleja a nivel mundial, pero, además, estamos frente a una coyuntura nacional de gran envergadura, que fácilmente puede sobrepasar la magnitud de la pandemia. Hoy las oportunidades para los líderes son ilimitadas, pero también lo son las dificultades, por ello es tan importante que las personas no solamente nos formemos en ciencias exactas, también conocidas como ciencias duras, ciencias puras o ciencias fundamentales, sino que también hay que profundizar en el estudio de las ciencias blandas, para poder comprender el comportamiento humano, pero además para poder ser mejores seres humanos, verdaderos líderes que se compenetren con la humanidad y logren dirigir, orientar y conducir a sus seguidores a estamos de bienestar común, en donde los beneficios sean compartidos y en realidad se construya una nueva sociedad del progreso, del conocimiento y de la paz.
Esta Semana Santa, junto con algunas situaciones que he experimentado y observado de cerca, me han permitido reflexionar acerca del contexto actual y de la gran necesidad de construir nuevos liderazgos y cuando me refiero a nuevos liderazgos no estoy hablando solamente de personas jóvenes o de profesionales recién egresados, pues el proceso de convertirse en líder es muy parecido al proceso de convertirse en un ser humano bien integrado. Para el líder, como para la persona bien integrada, su carrera profesional es la vida.
Cierro esta columna con la siguiente frase del empresario Andrew Carnegie que dice: “Ningún hombre será un gran líder si quiere hacerlo todo él mismo, u obtener todo el mérito para sí mismo por hacerlo”, por ello es tan importante el líder como su equipo.