Por: Luis Humberto Tovar Trujillo
Desafortunadamente por estas calendas, se nos han ido grandes personajes de nuestra Colombia; esta partida ha causado gran desasosiego en nuestra sociedad, precisamente por la grandeza de ellos y, su contribución en la solución de los grandes temas nacionales y, a menguar de alguna manera la tragedia humana nuestra.
Carlos Holmes Trujillo, exministro de Estado, Exembajador, excongresista, en fin, con grandes títulos, merecidos, además, porque desde donde la vida y la política lo colocaron, demostró fertilidad intelectual y gestión en favor de Colombia y su terruño, el Valle.
Últimamente en el Ministerio de Defensa, fue con su talante diplomático pero enérgico donde debía ejercerlo, propio de la disciplina militar, respetuoso de los derechos humanos, además porque conoció de verdad en que consistían y, no como esos mercaderes de la paz vendiendo guerra, que como por arte de magia, en otro de los asaltos conocidos, se apropiaron de los DD.HH., para estafar nacional e internacionalmente, desde luego, pagados por el comunismo internacional.
Herbin Hoyos, otro grande; luchador como el que más contra las organizaciones delincuenciales narcoterroristas ampliamente conocidas en nuestro país y en el mundo. Apóstol de las víctimas, defensor de las víctimas de las Farc, del ELN, conocedor porque fue víctima de ellos, de todos los delitos, las atrocidades, las desventuras padecidas por niños, niñas, jóvenes, todos estos, víctimas de delitos de lesa humanidad; era el paño que soportaba las lágrimas de las víctimas de la violencia; perseguido además de los narcoterroristas mencionados, también lo fue, de esa clase política protectora de victimarios y, amamantada por el delito.
Y no podía faltar otro grande, Jorge Oñate; el que, ante tantas lágrimas de dolor, nos sacaba lágrimas de alegría, era el punto de equilibrio en los sentimientos de los colombianos; gran cantautor, protagonista de los verdaderos clásicos vallenatos; los de verdad, donde los poemas obligan a expresarlos al compás del vallenato.
Esas lágrimas de alegría por la expresión alegre del sentimiento de los colombianos, también se hizo presente en sus honras fúnebres, por muchos de quienes quisieron expresarle una despedida terrenal, porque esa majestuosidad de su obra musical quedara escrita en letras de oro en el corazón y pensamiento de todos los que amamos esa música, del poema del corazón.
Para todos ellos, paz en su tumba. Y para Colombia entera, fortaleza y no debemos claudicar; las obras de estos grandes apóstoles en cada una de sus acciones son ejemplo por el bien de nuestro país.