Álvaro Hernando Cardona González
Siguiendo las reflexiones que planteamos en otra edición, sobre la necesidad de enfrentar sin apasionamientos, ideologías y agresividad los debates sobre los problemas ambientales, no solo como método para aportar a la paz, sino por ser necesarios para hallar las soluciones más eficaces y eficientes a los mismos, ponemos en consideración estas otras ideas.
Es muy costoso atender y emprender las soluciones a los conflictos. Es más barato preverlos y evitarlos. Y tal vez porque siempre los enfrentamos para resolverlos y no preverlos, es que crecen y crecen; y parece lo hicieran de manera inexorable.
Nuestra sociedad parece que no fuera capaz de dejar la tendencia a que sólo atendamos lo coyuntural. Pero somos capaces. Lo que no tenemos es voluntad. Enfrentar adecuadamente los problemas y los conflictos ambientales son fundamentales en la búsqueda de la tranquilidad social que nos beneficia a todos. De ahí que hoy, una de las principales causas de violencia y muerte en Colombia, sea el sector ambiental (recomiendo consultar las cifras de Global Witness, emitidas en septiembre de 2023).
Identificamos, por nuestra parte, como causas de la conflictividad ambiental, entre muchas otras, estas: 1. Evitamos sincerar los problemas; es decir, evitamos poner en su verdadero contexto los problemas. 2. No definimos de una vez por todas, qué prohibimos por el impacto o daño que causa ambientalmente o dónde lo prohibimos (porque no es lo mismo permitir algo en sabana o valle que en páramos, por ejemplo). 3. No concretamos cómo, ambientalmente racional, permitimos desarrollar obras o actividades. 4. No tenemos un punto final para los conflictos; hay que establecer competencias claras y procedimientos prontos para ponerles fin (aplazarlos, como sucede frecuente es costosísimo por donde se mire).
Es necesario aceptar de una vez por todas que toda actividad humana trae consigo impactos ambientales. Toda. Así que ahí no está la discusión. Está en cómo definimos previamente cuáles y cómo manejarlos para satisfacción de todos. Eso implica por cierto, que no se revuelvan los asuntos ambientales de los “sociales”.
Otra vez: más urgente que resolver conflictos, es evitarlos. En este país, debe ser una cruzada inaplazable trabajar en este propósito de la paz. No se necesitará acudir a la justicia ambiental. Porque ya ni las sentencias de las altas cortes, son decisiones definitivas a los pleitos (a las tutelas las convertimos en recursos). Dejemos de hacer las cosas como hasta ahora porque la violencia nos está desbordando. ¡Fin a los conflictos ambientales!