Diego Arango O.
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Despojar a la iglesia Católica de la capilla del aeropuerto Eldorado de Bogotá, para convertirla en un recinto secular que albergue todas las confesiones, es un paso que atenta a la fe mayoritaria de nuestro país que es la católica. Ese acto no tiene ningún sentido participativo, lo contrario, es una afrenta al catolicismo que muestra la tendencia a afectar la creencia histórica y cultural con la que se formó nuestra nación.
Un pueblo se soporta en su historia, sus tradiciones y su fe. Colombia es un país cristiano de mayoría católica, por eso existen sus iglesias y desde hace varias décadas la Aeronáutica Civil, había dado en concesión a la Diócesis de Fontibón un pequeño espacio para celebrar la santa misa diariamente y para que los católicos, tanto pasajeros y trabajadores del aeropuerto que quisieran fueran a orar.
Pero sucede que una tutela interpuesta, pidiendo que dicha capilla católica fuera despojada de sus imágenes y tradiciones, para compartirla secularmente con todo tipo de culto o creencia, obligando a retirar la Santa Virgen de Loreto patrona de la aviación, cuando en el año 1294 que aún no existía la aviación, se decía que las piedras de la casa de Nazaret llegaron a Loreto bajo la creencia que fueron transportadas por los Santos Ángeles, de ahí nace la advocación mariana que viene del siglo XIII originado en Loreto Croacia hoy Italia.
Pero este acto que vulnera la fe católica, pareciera ser un principio para tratar de borrar la historia y creencias de un pueblo que se ha edificado sobre las bases del cristianismo, pero que nunca ha impedido la libre expresión de cultos. En Colombia constitucionalmente cualquier persona puede practicar la religión o creencia que desee, pero entendiendo que la inmensa mayoría de la población es católica, entonces los lugares de culto deben respetarse y garantizar su permanencia.
Es como si mañana el Estado para favorecer una minoría, despojara la tradición del Señor de Monserrate y se convirtiera en un culto para todas las religiones y creencias, o la Catedral de Bogotá o tantas iglesias que se encuentran en espacios pertenecientes al suelo colombiano. Es más, esto podría ser análogo si, por ejemplo, en París la Catedral de Notre Dame o en Estambul (Turquía) la famosa iglesia de Santa Sofía o la mezquita de Azhar en el Cairo, o quizás el templo budista de Lumbini donde nació Siddhartha Gautama y bueno, tantas otras en el mundo, se mezclaran con todas las religiones porque una minoría así lo quisieran.
No se trata de esta acción en convertir dicha capilla en ecuménica, es secular, para cualquier culto. Si bien es cierto que los recintos de oración son válidos, porque no otorgar otro espacio a las demás confesiones. ¿Por qué despojar la capilla católica?
En fin, estamos ante una aberración con fines políticos, con intención de acabar las creencias de un pueblo cristiano que vive su fe a cambio de un perverso secularismo, que nada positivo trae a una nación como Colombia.
