Toda la sociedad colombiana, sigue lanzando un grito al gobierno nacional para que fortalezca la seguridad ciudadana en todos los municipios del país, cuya política pública se ha convertido en la mayor laxitud con todas las organizaciones delincuenciales, permitiendo que se sigan presentando actos criminales, a pesar del esfuerzo que realizan las debilitadas Fuerza Pública y de las Fuerzas Militares. Es un Estado desentendido ante el clamor general de una ciudadanía, que está inerme ante la violencia. Permanentemente el presidente Gustavo Petro Urrego, junto a su equipo de gobierno ha venido enviando mensajes que desaniman a todas las familias colombianas, que están sometidas al accionar irracional de estas organizaciones narcoterroristas y de grupos privados que no cesan su accionar delictivo.
Desde esta tribuna de opinión, no cesaremos de llevar la voz inconforme de estas personas afectadas que diariamente son acosadas por estos delincuentes, que cada vez se fortalecen por culpa de un Estado indolente que pareciera estar a espaldas de la grave problemática. El gobierno nacional debe replantear este accionar. Estamos a tres meses de llevarse a cabo las elecciones. Recuerden que el sufragio puede convertirse en un voto castigo para los candidatos afectos a los movimientos políticos afectos al gobierno nacional. Eso no lo duden. Ese capital político abultado que obtuvieron en las pasadas elecciones, se les puede convertir en un efecto dominó adverso. Históricamente siempre ha sido así. En estas elecciones, se van a reflejar la intención del voto del club de los arrepentidos que, en menos de un año, se ha consolidado, producto del accionar gubernamental en la aplicación incoherente de los instrumentos de la política macroeconómica del país, así no lo quieran aceptar el equipo económico del alto gobierno, que se encuentra despistados y aislados de la verdadera realidad social y económica en que se encuentran sumidas las familias colombianas.
Lo asombroso, es que el primer mandatario de los colombianos sigue insistiendo en la designación de los criminales más violentos que ha tenido la historia de la república, como gestores de paz, así vaya en contravía de la institucionalidad colombiana. Salvatore Mancuso y otros delincuentes que, durante su vida, han contribuido a afectar el bienestar general de las familias colombianas, liderando organizaciones narcoterroristas. Con todo respeto señor presidente, para elegir los integrantes que van a representar la sociedad civil en los futuros diálogos con las organizaciones narcoterroristas, deben integrarlas, personas que no tengan deudas con la justicia. Igualmente recordemos que las familias colombianas están desesperadas por el incremento de la inseguridad ciudadana. Ya no podemos circular tranquilamente por las calles y el sector rural. No somos imprudentes. Estamos expuestos a sufrir el accionar de estos criminales. Hay que reconocerle la sana intencionalidad del presidente Petro en búsqueda de la paz total. No ha sido posible. Ha sido un fracaso esta política pública.
