Ruber Bustos Ramírez
Como caficultor del Huila, ser parte de ese 96% de pequeños productores es un honor que llevo con orgullo y responsabilidad. Cada día, desde que planto mis semillas hasta que disfruto una taza de café con mi familia, sé que mi labor no solo alimenta nuestras vidas, sino que también fortalece nuestra comunidad y nuestro país.
Cultivar café va más allá de cosechar un producto; es sembrar esperanza y fe en el futuro. Ver crecer mis cafetales, desde las pequeñas plántulas hasta los robustos árboles cargados de frutos, es un recordatorio constante de la paciencia y el amor que dedicamos a nuestra tierra. Es un compromiso con las generaciones venideras, asegurando que nuestro legado perdure y prospere.
En nuestro día a día, enfrentamos desafíos como la roya y cambios climáticos, pero con cada adversidad, encontramos la fuerza para innovar y adaptarnos. Somos resilientes, porque nuestro trabajo no solo es nuestro sustento diario, sino también nuestra pasión y nuestra cultura.
La Federación Nacional de Cafeteros es nuestra voz colectiva, guiándonos hacia el progreso y la sostenibilidad. Gracias a su apoyo, hemos conquistado mercados internacionales, llevando nuestro café colombiano a rincones lejanos del mundo. Cada taza que se disfruta en cualquier parte del globo lleva consigo el aroma y el sabor de nuestra tierra, un tributo vivo a nuestras raíces y nuestra excelencia.
Ser caficultor no es solo un trabajo; es un estilo de vida que define quiénes somos como comunidad y como país. Cada sorbo de café que compartimos con amigos y familiares es una celebración de nuestro esfuerzo y dedicación. Es el vínculo que nos une y nos impulsa a seguir adelante, construyendo un futuro mejor para todos.
En el Huila y en toda Colombia, ser caficultor es ser parte de una historia de amor por la tierra, de tradición y de esperanza. Es un privilegio que llevo con gratitud y humildad, sabiendo que con cada cosecha, estamos tejiendo el futuro de nuestra nación.
Mis palabras hoy son para los héroes del campo, los verdaderos líderes que día a día impulsan la base agraria de nuestro país. Somos nosotros, los caficultores del Huila y de toda Colombia, quienes construimos juntos más país, más prosperidad y una Federación Nacional de Cafeteros cada vez más fuerte.
Nuestro trabajo es más que una labor; es un legado de amor por nuestra tierra y un compromiso con las futuras generaciones. Sigamos sembrando esperanza y cosechando éxitos, porque el café colombiano no solo es una bebida, es un símbolo de nuestra identidad y nuestra excelencia.