Ernesto Rodríguez
La Bogotá amable y señorera de antaño hace ya muchos años que desapareció. Hoy, el servicio reemplazó a la atención y por eso vemos al norte de la ciudad que muchos establecimientos que están moderna y cómodamente dotados, con elegantes mostradores y mullidas alfombras, tienen un personal que se limita a prestar el servicio, pero lo hace sin calor humano y sin un deseo de atender y entender las necesidades de sus clientes.
El parroquiano entiende que los empleados están para simplemente ver que es lo que requieren, sin la menor demostración de gusto por complacerlo, como es debido. Entre menos importune mucho mejor.
Nuestro buen amigo, el exministro Merino nos perdonará, pero esta es la sensación que nos queda cuando visitamos uno de sus locales, en donde uno puede tratar de degustar su deliciosa oferta.
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El presidente Gustavo Petro produjo una verdadera masacre castrense al relevar, sin mayor explicación, a toda la cúpula militar y descabezar a más de cincuenta generales, para ascender a un número igual de tenientes coroneles, sin la experiencia y el mando debido, a sus delicadas funciones. Un hecho sin antecedentes en la historia del país.
Los expertos estiman que con esta situación se está perdiendo una muy valiosa experiencia en la lucha por mantener el orden público. El terrorismo y el narcotráfico usan tecnología de punta y este retroceso le puede costar mucho a la nación. Petro, con su experiencia guerrillera, lo sabe mejor que nadie.
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El nuevo gobierno en su afán de reformarlo todo presentó una reforma electoral que puede dar cabida al transfuguismo. Se busca ajustar la financiación estatal de las campañas, recortar los periodos de reelección y modificar las «listas cerradas». Se acabarán, pues, las listas abiertas y el voto preferente.
No se podrán dar regalos o dádivas a los electores y se reglamentará la información electoral y la propaganda. Se busca evitar que los electores sean asediados por los potenciales candidatos en el momento en que van a depositar en las urnas su boleta electoral. Como quien dice, «la guachafita» se acabó.
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La inseguridad sigue creciendo en Bogotá y en muchas localidades es verdaderamente rampante.
Siguen apareciendo cuerpos sin vida en bolsas de basura. El ajuste de cuentas está por todas partes. Además de las llamadas «ollas podridas» se padecen batallas campales a plena luz del día. Y el transporte público es su principal víctima.
Adenda Uno. Hace veinticinco años falleció, víctima de un absurdo accidente, la hermosa princesa Diana de Gales y su recuerdo permanece intacto en nuestros corazones.
Adenda Dos. La inflación está haciendo estragos en la economía de los Estados Unidos y nosotros estamos sufriendo ya las consecuencias.
