La frase tan celebrada por millones de personas en el mundo, escrita por Friedrich Nietzsche, originalmente decía: «Lo que no te mata te hiere de gravedad y te deja tan apaleado, que luego aceptas cualquier maltrato y te dices a ti mismo que eso te fortalece». El filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, que muriera el 25 de agosto de 1900, en Weimar, Alemania, hizo una magnífica interpretación de las condiciones que un ser humano puede padecer, resistir y, sin embargo; resultar fortalecido del vejamen, enfermedad o menoscabo que ha enfrentado. De alguna forma podría pensarse que su planteamiento llevará a una especie de masoquismo, más ciertamente resulta de la mayor pertinencia para explicar aristas del prisma de la supervivencia de las especies. Las plagas en cultivos, así como parásitos en ganadería, desarrollan tal grado de resistencia a ciertos plaguicidas, al punto de lograr una inmunidad que le garantiza su existencia en el mismo entorno biótico. Y es que cuando la humanidad está pasando por este enojoso y fatal flagelo del Corona Virus, soñamos con que pronto logremos la inmunidad de rebaño y salir avante de la amenaza que nos está frustrando los sueños, la vida. Los pacientes de Covid 19, aquellos que lo hemos padecido, sabemos que ciertamente es algo muy grave, que toma tus células y las debilita, siendo tu esperanza, las defensas de tu organismo y los medicamentos lenitivos del patógeno, entre tanto tus días pasan y ansías que los 14 ciclos pasen rápido y salgas airoso. Pero están los casos en los que el fracaso te visita y entonces el germen se lleva tu vida y amenaza también la de seres que amaste. Las personas que por fortuna no han tenido el virus, se pasean un tanto tranquilas por su propia vida y aunque sienten temor por el fenómeno, suelen no dimensionar los efectos devastadores que están aquí en la calle, en el vecindario, en tu trabajo en tu universidad, en tu iglesia. Es igual que la muerte: la sabemos que existió para quien nos abandonó, mas no imaginamos que ella es también nuestra fiel vecina. La frase de Nietzsche permite hacer analogía con lo que le pasa al país, Colombia, cuando el pueblo hemos pasado tantas debacles con guerra y corrupción, y pese a los arteros impactos contra la integridad de la comunidad, hemos ido adquiriendo un tipo de fortaleza que nos da un aguante incomparable. Pero en este caso, la resistencia ha llegado a límites absurdos que contradicen el principio inspirado por el filósofo alemán, toda vez que justamente la nueva condición de ser más sólidos, más combativos, debía llevarnos a rechazar las variables que hacen aciagos nuestros días. Pero seguimos comportándonos como débiles perros educados para recibir un golpe a cambio de una migaja de pan. Seguimos eligiendo a quienes nos harán sus víctimas. Miles de jóvenes, mujeres, adultos, de toda clase de creencia religiosa o pensamiento político, salen a las calles a protestar por la ignominia del Gobierno y sus legisladores, y luego, cuando en breve tendremos comicios electorales, volveremos a elegir a los mismos, con las mismas. Este pueblo sufrido y aguantador, se va diluyendo en la esperanza fallida de transformación, y al igual que alguien sin Covid 19, sigue pensando que la tragedia es solo para el vecino. ¿Ingenuos pero fuertes? ¿Inmunes pero estúpidos?