La sociedad neivana está afrontando una escalada terrorista, que tiene desesperados al sector del comercio por la implacable voracidad de las oficinas paralelas a la Dian que han creado los grupos narcoterrorista en las montañas del departamento con la anuencia del gobierno nacional, con el fin de cobrar las extorsiones y vacunas. Es el colmo que nuestra ciudad, haya retrocedido cinco lustros atrás, cuando se presentaban los mismos episodios violentos, pero que fueron contrarrestados por el accionar del gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez. Los neivanos no podemos padecer de este flagelo terrorista de las disidencias de las Farc. No tenemos la culpa que se estén presentando esos confrontamientos verbales entre el presidente Gustavo Petro Urrego y el comandante de esta organización narcoterrorista, quien confirmó que su organización subversiva había apoyado la candidatura presidencial del actual primer mandatario de los colombianos.
Son reiterados los atentados terroristas que se han venido presentando durante el último mes, que tienen ascuas al sector productivo de la capital del departamento del Huila. Las granadas que fueron lanzadas a dos establecimientos comerciales de motos que provocaron daños materiales, en la noche del jueves anterior, son reflejo de la cruda realidad que estamos presenciando los neivanos. A pesar de los ingentes esfuerzos que han venido desarrollando el gobernador del departamento y los alcaldes municipales ante las instancias nacionales, todavía se siguen presentando estos hechos eventos de violencia, que están generando un panorama desalentador para el fortalecimiento del sector privado, que es el mayor generador de empleo en la región, así digan lo contrario los áulicos del gobierno nacional. Es una triste realidad que están soportando las familias neivanas, donde han centrado este accionar, estos criminales.
Muchos dirigentes de la región han buscado responsabilizar de tales hechos a la Fuerza Pública y al Ejército Colombiano. Tales aseveraciones no son ciertas. Todos sabemos que, desde la posesión del presidente de la república, Gustavo Petro Urrego se empezó un proceso de debilitamiento progresivo de estos organismos de seguridad, con el fin de ponderar y establecer diálogos con estas organizaciones narcoterroristas. Pero volvemos a reiterarlo. No son angelitos de la guarda. Son criminales. Por tal motivo, estas iniciativas gubernamentales adoptadas, les han permitido fortalecerse logística y militarmente, para seguir cometiendo su accionar narcoterrorista. Y cuando el Estado se da cuenta que los han engañado, toma la decisión de emprender una arremetida contra estas organizaciones.
La ciudadanía debe respaldar y rodear a la institucionalidad. No podemos entregarle nuestro territorio a los violentos. Hay que ser solidarios informando oportunamente cualquier movimiento extraño a los organismos de seguridad, para que se tomen los correctivos pertinentes. No podemos dejar al garete, el espacio para que estos delincuentes desarrollen libremente su accionar criminal. Los buenos son más.
