DESHOJANDO MARGARITAS
Por Margarita Suárez
¿De quién es la culpa de la escasez de agua en Bogotá que obligó al racionamiento? Según el exsenador Jorge Enrique Robledo, la responsabilidad es de su otrora amigo Gustavo Petro quien, según sus palabras, “se atravesó” en el proyecto Chingaza II, diseñado como una reserva de agua potable para Bogotá, para ser utilizada en épocas de sequía como la actual. Este embalse, según eruditos, hubiera evitado el sufrimiento que hoy padecen los ciudadanos con el racionamiento, el cual adicionalmente está afectando la economía local. Robledo asegura que Petro saboteó el proyecto de Chingaza II, sin haber propuesto una alternativa sustituta, para prevenir los problemas que ahora afectan al pueblo capitalino y sus alrededores. El bajo nivel de los embalses del sistema Chingaza, que es de donde se obtiene el 70% del agua potable que consume Bogotá, trajo como consecuencia que el Distrito se viera abocado a implementar un racionamiento diario del preciado líquido, de 24 horas, por sectores, mientras las represas se recuperan. Debido a las circunstancias que atraviesa Bogotá, expertos recomiendan desempolvar el viejo proyecto Chingaza II que contempla otro embalse de abastecimiento. Según cifras del Observatorio Ambiental de Bogotá, en la ciudad cada habitante consume cerca de 80 litros de agua por día. Neiva, a pesar que ha ido creciendo, ha desarrollado planes para reforestar la cuenca del Río Las Ceibas, fuente que abastece el acueducto. También tenemos el Reservorio, proyecto atacado en sus comienzos, pero que ha demostrado con el tiempo que sí sirve. Entre otras ha ayudado a mitigar sequías y surtir de agua potable un amplio sector de Neiva cuando hay crecientes en Las Ceibas. Por favor, no despilfarremos la poca agua que tenemos. Aunque no nos cobijen, es buena idea seguir las normas que impuso el actual alcalde de Bogotá, a través del decreto 334 de octubre de este año, que contempla prohibiciones al uso de agua potable para el lavado de fachadas, parqueaderos y vehículos. También impide el riego con agua potable de jardines, zonas verdes e infraestructura recreacional. Nuestra situación no es para cantar victoria, por tanto debemos cuidar el agua que todavía tenemos. Parodiando a Gustavo Bolívar “sin agua no hay paraíso”.