Diario del Huila

Sinceridad y coherencia del discípulo y del misionero

Nov 4, 2023

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LA COLUMNA DE TOÑO

Por el P. Toño Parra Segura                               padremanuelantonio@hotmail.com  

Gradualmente los domingos anteriores a través de las parábolas y de las respuestas de Jesús a sus opositores nos han preparado para identificar al verdadero discípulo del  Maestro, el hombre nuevo que no se contamine con la levadura vieja de los fariseos, que es la hipocresía. Todos tenemos la necesidad de aprender y por eso somos discípulos y todo el que sabe algo debe enseñar, y así somos maestros.

Jesús sostuvo hasta el final una lucha contra la clase política y religiosa de su tiempo: “sumos sacerdotes, escribas, fariseos y doctores de la ley”.

Las frases más fuertes de toda la predicación del Maestro de la verdad fueron contra ellos: “Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas, raza de víboras, sepulcros blanqueados, como éstos blancos por fuera, pero podredumbre por dentro”.

Y la razón nos la da hoy el Evangelio en este Domingo 31 del tiempo ordinario, porque “dicen y no hacen, inventan cargas para los otros y no mueven un dedo para empujar, quieren llamar la atención, ocupan los primeros puestos de honor, exigen la reverencia en la calle, ostentan con palabras de la Ley, una religión colgada solo de los flecos de la capa” (Mt. 23, 1-12).   

Coincide este mensaje del Evangelio con el texto de Malaquías, escrito en el siglo V, cuando el templo estaba levantado, pero el culto verdadero estaba en lamentable decadencia;  “los sacerdotes han sido ineptos, cuando no perjudiciales, porque han ejercido el ministerio en beneficio propio”. La misión sacerdotal consiste en conducir al pueblo de Dios “con delicadeza, con cariño como una madre cuida a sus hijos sin ser carga para nadie, basados en la palabra de Dios que es siempre acción para los creyentes” como lo afirma Pablo en la Carta a los Tesalonicenses.

El mensaje de hoy es de capital importancia para los que estamos encargados de dirigir el pueblo de Dios, como misioneros y discípulos. En otro lugar había hecho resaltar el contraste entre las tendencias naturales a dominar y las tendencias evangélicas a servir, la obediencia no puede entenderse como servilismo, ni la autoridad como opresión o dominación.

Lo que Jesús echa en cara a los fariseos y también hoy a nosotros es esto: no cumplir lo que se predica, la dureza con los otros, y la indulgencia consigo mismo la ostentación y la vanidad en lugar del verdadero espíritu de servicio.  

En este caso, la vida no es un servir a  sino un servirse de, una explotación y un egoísmo.

Adolecemos de una falla, entre lo que se enseña y lo que se practica, entre la teoría y práctica; conceptos como “fraternidad, solidaridad, justicia, respeto, tolerancia, diálogo paz… etc.” son aceptados teóricamente, pero no rigen siempre la conducta práctica de cada uno de nosotros.

Jesús nos inculca hoy el no ostentar los títulos de “maestro, padre o jefe”, sino el de servidor y tiene razón porque El lo sintió y vivió: “sin dejar de ser Dios se hizo como uno de nosotros”, para ser el servidor de todos. No vino a ser servido sino a servir y a dar la vida por todos.

El mensaje de hoy nos impone una revisión práctica de nuestra identidad cristiana.

No mezclar tanto fariseísmo y doblez en la conducta diaria. Ojalá todo lo que digamos como palabra de Dios lo respaldemos con nuestra vida. Liberémonos de la hipocresía, del doblez y del complejo de superioridad;  quién busca dominar resulta desde el principio sospechoso. La gente nos pide ser sinceros y vivir en coherencia con la fe que predicamos.

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