Diario del Huila – Ciudad
Por: Juan Manuel Macias Medina
Seis años lleva Misael Cabrera Medina frente a las edificaciones de la Gobernación del Departamento del Huila, allí, Israel le ofrece a los transeúntes dulces, cigarrillos y agua. El adulto mayor no tiene ayuda de nadie, no tiene amigos, familia, ni nadie, solo la ayuda de don Iván, el hombre al que le profesa gran admiración.
Hubo mujeres que lograron encarrilarse en la vida de don Israel, sin embargo, éste decidió pasar el resto de su vida solo. “No tengo a nadie, nunca tuve hijos ni esposa ni a nadie, yo decidí estar solo porque así me sentía mejor, y me siento mejor así”, dijo entre risas el hombre que comercia sus productos mientras busca sombra bajo un árbol.
Misael es oriundo de la ciudad de Neiva, y diferente a lo que piensan los jóvenes, se prometió nunca abandonar la tierra que lo vio nacer. “Yo soy de una vereda que se llama Peñas Blancas, eso queda cerquita al río Baché, nunca quise irme de acá porque creo que uno no debe ser desagradecido con la tierra que le ha dado de comer a uno”, expresó el abuelo, mientras hace un gran esfuerzo por hablar.
El adulto mayor antes de ofrecerle golosinas a los transeúntes del centro de la capital opita era un campesino, se dedicaba a las labores del campo que le inculcaron desde muy niño sus padres. “Yo me crie en el campo, yo ordeñaba vacas, y hacia cualquier cosa que me tocara, yo nunca fui flojo para el trabajo, a mí me gusta trabajar y voy a seguir en eso”, agregó..
Lo agarraron los años
A inicios del año 2015, luego de vender por más de 15 años dulces, cigarrillos y agua, debido a la mala situación, don Israel decidió abandonar la Plaza Cívica, fue duro porque además de dejar a un lado el sitio que le dio de comer, fue un lugar en el que hizo varias amistades; unos buenos, unos malos y otros de los que no se quiere ni acordar.
“Los amigos son mientras uno puede, como dice la canción, uno tiene amigos mientras tiene condición, de resto no hay nadie que esté con uno, pero uno aprende a vivir así, uno nace solo y así mismo se va a ir”, recalcó el anciano, mientras con sus manos llevaba el tono de la canción insigne de los malos amigos.
Cansado de caminar y con la tristeza que lo embargaba, Misael se recorrió todo el centro en busca de un sitio que le proporcionara mejores ventas, no lo encontró. Cuando busco sombra de bajo el árbol ubicado en la Carrera Cuarta con Calle Octava. “Yo antes de estar aquí vendía dulces en la Plaza Civica, pero allá es muy duro, hay mucha gente vendiendo y todos venden lo mismo, entonces me fui a caminar y llegué a este lugar”, indicó el hombre de avanzada edad.
Un 26 de marzo del 2015, sin saber que el árbol donde iba a guardarse del sol sería el que lo acompañaría hasta este instante, se sentó. “Yo me paseé por todo el centro de Neiva, salí de la plaza cívica por las malas ventas y me fui a caminar por la Calle Tercera, subí por la novena, llegué a la Quinta. Cuando estaba ya cansado me vine al árbol de la Gobernación y me senté”. Dijo el adulto mayor.
Sin saber que ese era su sitio reposó. Cuando las personas pudieron pasar la calle cuarta, en intermediaciones con la gobernación, lo primero que vieron fue a don Misael, y ahí, fue cuando el hombre de 84 años se dio cuenta que el punto en el que estaba ubicado era el indicado.
“Yo me senté ahí y la gente comenzó a pasar por el lado mío, me pedían cigarrillos, agua, dulces y de todo, yo estaba muy contento porque lo que me vendí en ese momento era lo que me vendía en todo el día en la Plaza Cívica, ahí fue cuando decidí quedarme acá”, agregó mientras sus manos señalaban hacia atrás, como recordando las épocas en donde la gente compraba.
El Gobierno, la única ayuda de Misael
Se puede tener certeza que la gorra para cubrirse del sol que porta Misael, no tiene como único fin resguardar los rayos del sol, pues es un hombre que desde “lejitos”, como recita, ama profundamente la política.
“A mi los gobernantes me han ayudado mucho, le he agradecido a todos, pero nunca les he pedido un favor, porque la política no se trata de ayudar a una sola persona, se trata de que nos ayuden a todos”, expresó.
La pandemia lo golpeó
Don Misael se sube el tapabocas con las manos cada vez que se le baja, pero no es por miedo al coronavirus, sino para hacer parte de todas las personas que transitan por aquella calle. “Yo sé que a mí ya la vida ya me cobró la factura, me coloco el tapabocas porque es obligación, pero yo no tengo miedo de la muerte, yo sé que en cualquier momento mi Dios me llama a rendir cuentas”, dijo mientras sacaba de su bolsillo izquierdo una pañoleta azul para secarse las lágrimas que de sus ojos brotaban.
“Yo viví en la pandemia pasada con la ayuda de la gente, las personas me colaboraron y eso lo agradezco mucho”, manifestó luego de decir que le gustan los políticos, pero nunca ha sido capaz de ir a pedir algo para su persona.
“Don Iván”
“Don Iván” dijo con voz fuerte, luego de preguntarle por como sobrevivía con los escasos $10.000 que recoge Misael a diario. De una vez dejó claro que es la única persona que no lo ha desamparado. “Don Iván es el único que me ayuda, con eso vivo, con eso como y le doy gracias a Dios por tenerlo allá”, enfatizó con lo último que le quedaba de voz.
Sin saber la respuesta y pensando que era algún amigo, de esos que dejó en la Plaza Cívica le interrogué. ¿Quién es don Iván?, a lo que respondió con voz fuerte; “Pues el que nos dejó el mejor presidente, el señor Uribe”, manifestó dejando entre ver el porqué de su amor a la política, pues es beneficiario del programa Adulto Mayor.
Lo que es cierto es que las condiciones económicas de don Misael no son las mejores, “el viejo”, como lo llaman los comerciantes de alrededor, por eso dio la dirección, porque, al fin y al cabo, los políticos a los que les ha profesado su amor por medio de sus votos, jamás se han hecho cargo por lo menos de un mercado.
“Llevo muchos años con los políticos y vea, nunca he mejorado, siempre he estado en las mismas, toca es trabajar para poder conseguir algo, pero a mi edad ya es muy difícil, es imposible”, sostuvo como con resignación el comerciante.