Por: Álvaro Hernando Cardona González
Seguramente preocupado por la gestión de algunos ministros del actual gobierno, que evidentemente están más pendientes de las redes sociales que por ser ejecutores de políticas públicas, el actual presidente del Congreso de la República (diario El Tiempo, septiembre 11 de 2022) declaró que quiere verlos como coequiperos, y ayudarle al presidente de la República a volver acciones de gobierno las ideas que tiene; sin duda tiene razón. “No pueden reemplazar las acciones de gobierno por utopías ni por discursos filosóficos”, afirmó.
Entre esas cosas que expresó, está su advertencia respecto de que cada mes, el país consume una reforma tributaria en subsidios y aunque eso alivia la pobreza, “cabe preguntarse: si se hace este esfuerzo, ¿por qué indicadores como el Gini no se mueven? ¿Por qué no baja la pobreza extrema? Noventa billones al año deberían ser suficientes para que no hubiera pobreza en Colombia, si los subsidios fueran eficaces”.
Se empieza a ver lo obvio, los subsidios, per se, no logran beneficiar a las comunidades mientras sólo se vean como “derechos” y no como resultado de “deberes” ciudadanos consagrados en la Constitución Política. Llegó la hora de los deberes, del cumplimiento de la mitad de las acciones que logran el desarrollo de un país; una mitad el Estado, y la otra, los ciudadanos.
Necesitamos que sólo accedan a subsidios aquellos que cumplan con requisitos (deberes) y con una(s) contraprestaciones. No pueden recibir subsidios quienes se abstienen de vacunarse contra las pandemias; no pueden recibirlos quienes delinquen, quienes no respetan el espacio público o invaden predios (privados y baldíos), no pueden otorgarse a quienes tienen activas demandas contra el Estado. Los subsidios deben darse a quienes están estudiando, están laborando en algo útil para el Estado o entidades territoriales, o quienes están en imposibilidad de laborar (niños, ancianos, enfermos, incapaces).
El lograr que los subsidios lleguen a quienes cumplen con sus deberes con el resto de la sociedad, hace que toda Colombia sea mejor. Y siendo mejor, al mismo tiempo se logrará que disminuya la pobreza y, aumente la riqueza familiar y nacional, Necesitamos crecer de manera sostenida, disminuir las causas de contaminación, daño e infracciones ambientales. Ganancia social por donde se le mire. Eso sí es subsidiar para estimular. De hecho, ¿por qué no hablar de estímulos, en vez de subsidios?
Necesitamos estimular la protección ambiental, es decir, el cumplimiento de los deberes ambientales (la Constitución Política -artículos 8 y 95- es precisa al respecto); no más derechos colectivos, ¡bienvenidos los deberes colectivos!
Lo anterior es tan obvio, tan lógico, tan protuberantemente de sentido común, que cabe preguntarse ¿por qué carajos no se ha reparado aún en esto?