Al empezar un nuevo año siempre queremos hacer promesas de cambio. Nos ponemos nuevas metas; y nuevos sueños y esperanzas empiezan a rondar por nuestra cabeza. Desde los más frívolos como adelgazar, así nunca dejemos de comer; o aprender inglés, sin siquiera intentar abrir un libro o buscar una aplicación para lograrlo; soñamos con viajar por el mundo, de hecho, el 31 a las doce de la noche en punto vemos como vecinos y amigos salen a dar una vuelta a la manzana, con maleta en mano para llamar los viajes, pero a la hora de la verdad, no iniciamos un ahorro con este fin.
Hay otros deseos de mayor compromiso, empezar a hacer ejercicio, mejorar la forma de ser, ser mejor estudiante o ser más comprometido en el trabajo. Todos unos y otros importantes para cada uno, sin embargo, hay otros que además de comprometerte a ti contigo mismo te compromete con los otros, con la comunidad en la que vives, con tu ciudad, con tu región o con el mundo: Empezar a reciclar y a clasificar tus desechos, usar cada vez menos plásticos, desechar poco a poco los caprichos de la moda, por ser uno de los sectores más contaminantes o reducir el desperdicio de agua en el hogar y el sitio de trabajo.
Mi propósito, mi sueño para este año es empezar a trabajar por “la libertad” una libertad como la que describe Julio Anguita, una libertad que está ligada a tener la conciencia libre, y para poder tener esa conciencia libre debemos estar bien informados, bien formados, bien alimentados, estar bien guarecidos o protegidos por un techo, y es estar bien vestido. Es decir, en conclusión, tener las necesidades elementales satisfechas y así poder empezar a pensar en ser una persona libre, y pertenecer a una sociedad libre. Porque si debemos como nos toca, andar detrás de un político para conseguir un empleo o un subsidio, si debemos trampear y avasallar al otro por un trabajo o si debo votar por alguien en quien no creo, por tener un alimento ni yo soy libre, ni mi comunidad es libre, ni mucho menos mi país lo es.
Somos una comunidad y un país sumidos en el miedo, un miedo ancestral que nos ha calado hasta lo más profundo de nuestro espíritu, el miedo a Dios, el miedo al comunismo, el miedo las Farc, el miedo a la Paz, y en los últimos años el miedo al castrochavismo, un miedo acendrado en nosotros por los medios de comunicación que nos dicen mentiras de un lado, y nos sumen en un marasmo que no nos permite pensar, no nos permite decidir y mucho menos nos permite discernir entre lo que puede ser bueno para nosotros y lo que no lo es. Y así vamos eligiendo año tras año a los mismos para que sigan apoltronados en el poder, para que sigan viviendo de lo público sin ningún cargo de conciencia. Sabemos que nos roban, sabemos que no nos representan, sabemos que no hacen nada, de hecho sabemos que ni siquiera van a trabajar pero aun así los seguimos eligiendo.
Ese es mi sueño, esa es mi esperanza para este año, que por fin empecemos a alcanzar la libertad que nos haga libres.
