Desde esta tribuna, lo habíamos enunciado que la coalición mayoritaria en el Congreso de la Republica se encontraba unida con saliva, mientras los integrantes de estos movimientos políticos estuvieran enmermelados y gozando de las mieles del poder, que les ofreció el gobierno nacional para que fueran aprobadas todas las reformas e iniciativas gubernamentales que había presentado para su consideración. Pero la arrogancia, la vanidad, los odios de clase, los sesgos ideológicos y autosuficiencia partidista del equipo de gobierno y del mismo presidente, que en todas sus intervenciones iba generando una preocupación de la opinión pública por los apetitos de poder que perseguían. La descontextualización de los proyectos de Ley, que no se ajustan a la verdadera realidad social y económica de las familias colombianas, empezaron a generar rechazos y reparos por parte de los gremios económicos y los sectores de la oposición, contribuyeron a crear en el ambiente político, un panorama incierto que permeó negativamente los movimientos políticos representados en el legislativo. Desde que se les hundieron algunos proyectos banderas del ejecutivo, ya se infería que esta unidad política se iba a romper. Y así sucedió.
El Proyecto de la Reforma a la Salud, se convirtió en el detonante para que se presentara dicha ruptura. Igualmente, en anteriores editoriales, preveíamos esta situación, para lo cual le recomendábamos al presidente Petro de manera respetuosa que hiciera una reingeniería con su equipo de trabajo. Pero nunca lo realizó. En cambio, cada vez que enviaba trinos amenazantes (error histórico), agudizaba más la crisis política que se venía venir. Con dichas actitudes, coloca en vilo las demás reformas que ya había radicado en esta Corporación. Todas las Petro reformas que fueron presentadas, la mayoría con mensajes de urgencia, se encuentran en una incertidumbre por la forma como se desarrollaban los trámites al interior del congreso.
Desafortunadamente el panorama social, político y económico del país, ha generado un detrimento y una inestabilidad en la tranquilidad y armonía de las familias colombianas. El incremento de actos delincuenciales y la anarquía que están a la luz del día en la mayoría de las regiones en el país, por la ausencia de la autoridad, han creado una desconfianza en el actuar gubernamental, que permea junto con la profunda crisis económica en se debaten las familias colombianas, y que necesariamente ejercen una presión social y gremial contra los padres de la patria, los han hecho reflexionar para seguir respaldando todo ese desbordado afán reformista. Además, se acercan las elecciones regionales y donde los congresistas tienen el soporte electoral para continuar vigentes en el panorama político de sus regiones. Y esto no es cuento. Es la pura realidad. La factura de cobro está cada vez más cimentada en la mente de sus electores. Ha terminado la luna de miel.
