Por: José Eustacio Rivera Montes
A Colombia lo dominó la rabia, la indiferencia y los insultos, ¿se eliminaron las ideas y argumentos?
Nunca en la historia político-social de nuestro país se había presenciado tal división y sectarismo político. Hoy se vive bajo un panorama desolador y tosco; los Uribistas maltratan a los Santistas, los Santistas ultrajan a los Uribistas, los que ahora apoyan a Santos son guerrilleros, los que apoyan a Uribe (Iván Duque) son enemigos de la paz, el que critica al gobierno es errante, el que respalda al Polo Democrático o el partido verde y sectores de izquierda son tildados de mamertos, o el que critica la seguridad democrática es secuaz del terrorismo o posee vínculos con las FARC. No hay quién se salve. El pasado de la intolerancia política del país ha sido recurrente y se remonta a las querellas entre Santanderistas y bolivarianos, y más tarde entre liberales y conservadores, que dieron origen a la violencia partidista, que dejó una larga estela de sangre. En Colombia, por el contrario, se valora esa manera de pelear y agraviar, Se interpreta como una actitud frentera y de carácter. Con ello están dando un refuerzo a esas conductas, lo que hace que otros contesten igual y se seduzcan en el mismo juego. Para colmo de males los grupos armados para negociar con el gobierno destilan sangre y victimas sobre la mesa de negociación, como el acontecido en Barranquilla.
La historia de la violencia en Colombia esta incondicionalmente ligada a la intolerancia y la imposibilidad de valorar las ideas ajenas. Si verdaderamente esta sociedad quiere entrar en un proceso de reconciliación y reparación, es fundamental que se respete la diferencia. Pero ese no ha sido el caso en los últimos tiempos. Hoy la ética política se ha perdido en forma y estilo, las redes sociales ha sido el escenario propicio para la demagogia y el desprestigio, y hasta profesionales reciben largas sumas de dinero por dedicarse a hackear y crear perfiles falsos defendiendo una causa y proyecto político. Muchos nos apasionamos por la paz que lidera el presidente Juan Manuel Santos, que básicamente es buscar puntos de encuentro dentro de los 5 que se negociaron en la Habana, pero ante la indolente revolución del grupo armado que hoy quiere participar en política, es desmarcante el sentimiento de muchos Colombianos que no olvidan las barbaries, muchos de ellos sin ir más allá, medio país, también está pidiendo que el acuerdo no deba continuar, “se debe hacer trizas; y en algo si tiene razón estos últimos, los muertos y víctimas de este conflicto son pan de cada día, ante la presión sangrienta del ELN por un desesperado, contratiempo y exprés proceso de paz, los muertos vuelven a ser presión en la mesa negociadora. La polarización crece y se marca día tras día; como activista del ejercicio político y como demócrata en esencia, veo con preocupación el proceso electoral, la “campaña negra” se verá venir, el maniqueísmo, la estrategia política y la estigmatización será principal estandarte del debate, cuando la propuesta y la iniciativa debería ser la esencia esta fiesta democrática, Nos esperan días difíciles, que valen la pena vivir, pero reflexionar y sobre todo que en las futuras generaciones no vuelva a pasar.