Por: Ana Patricia Collazos Quiñones
Si de algo tenemos que sentimos orgullosos los huilenses es del gran legado cultural que nuestras generaciones han dejado para nosotros. Pero cuando hablamos de cultura es fundamental entender que somos más que las expresiones artísticas o las tradiciones folclóricas que hemos cultivado año tras año durante las festividades de san Pedro.
Ver como las estatuas de San Agustín nos ayudan a trascender en el tiempo, o sentir como la música y la danza se unen en una representación amatoria, son muestra de todo lo que puede hacer la cultura. Pero también lo son las nuevas expresiones visuales, los saberes tradicionales que se tejen en un sombrero o se cocinan en el fogón huilense. Todo lo que nos identifica, lo que nos une, lo que nos representa, lo que nos hace seres trascendentes tiene cabida en la cultura.
Pero más allá de las dinámicas artísticas y de los resultados creativos, son las personas las que hacen posible que el arte y la cultura logren identificar una región como la nuestra. Somos los creadores y los gestores culturales, los artistas y los artesanos, los poetas y todos aquellos actores de las prácticas creativas los que hacemos que la vida esté llena de emociones y representaciones dignas de admiración.
Ante todo, soy poeta. Y ser poeta me ha permitido ser quien soy, en lo personal, en lo profesional. Ser poeta me ha llevado a entender que el mundo requiere una mirada diferente y que tener en mis manos la palabra es una de las mejores oportunidades que el universo me ha permitido como mujer y también como ciudadana. Ser poeta me ha permitido salvarme del silencio. Por eso hoy los saludo, con estos ojos de poeta. Con estas manos de artista que pone en palabras el sentir de muchos, que, como yo, no solo creemos en la cultura, sino que somos el resultado de esa oportunidad que tuvimos para ser tocados por el arte en algún momento de nuestra vida.
Doy inicio a esta columna, dando gracias a la oportunidad que se me brinda para llegar hasta los lectores con palabras que vuelen hasta sus ojos y que tengan en esta columna de opinión una ventana de cara al paisaje cultural de nuestra tierra. Estaremos de la mano de versos y creaciones relatando los momentos más relevantes de nuestro quehacer artístico, y por supuesto, abriendo el espacio para poner sobre la mesa, todo lo que implica el ser artista en una sociedad que ha olvidado el inmenso valor de la creación.