La disposición natural de las personas a reconocer algún tipo de norma social, acuerdo o ley es lo que se conoce como cultura ciudadana, una expectativa colectiva del cumplimiento de la ley, estableciendo metas y lugares a donde se quiere llegar.
Desde que se dieron los primeros brotes de contagio del covid-19 en Colombia, los gobiernos, nacional, regionales y locales a través de los medios de comunicación, iniciaron un llamado a la cultura ciudadana, pero con mayor insistencia en las últimas semanas con el anuncio del tercer pico de la pandemia y las altas cifras de contagios y muertes.
Pero así muchos invoquen y señalen a la cultura ciudadana como la responsable del tercer pico de contagio en el país, aunque no hay nada que realmente la ‘condene’, no hay que desconocer que también hay responsabilidad en las medidas tomadas por los gobiernos, la situación económica que impide a las personas cumplir con todas las restricciones.
Sin embargo, la cultura ciudadana se ha convertido en la disculpa de los gobernantes a los desaciertos de la política pública, porque el Estado no fue capaz de establecer unas regulaciones para que esas manifestaciones de la cultura popular tuvieran control y tampoco hay que olvidar las movilizaciones de las últimas semanas.
En su mayoría las administraciones municipales y particularmente el gobierno nacional no han emprendido mayores acciones de pedagogía en relación con la pandemia, curiosamente, confiamos tanto en la cultura ciudadana, aparentemente pero consideremos que no es algo que deba ponerse en movimiento y acompañarse con la acción pública.
Es por esto que se necesita firmeza por parte de los gobernantes en aquellos lugares donde se ha mostrado exceso de flexibilidad, han sido muy estrictos con la imposición de cuarentenas y mecanismos coercitivos pero cuando han llegado momentos como estos donde la acción pedagógica es fundamental, no ha habido decisión.
“La pandemia es en el fondo un dilema social, ‘un problema de acción colectiva’, que requiere de pequeños sacrificios individuales como el uso del tapabocas, el mantenimiento de la distancia social, no hacer reuniones, reportar los síntomas, y demás comportamientos del cuidado. Pero a las personas les es difícil cooperar cuando no saben si los demás lo están haciendo, es una especie de incertidumbre», según la define el profesor Santiago Silva de la Universidad Eafit.
El trabajo para los alcaldes no ha sido fácil, pero se necesita una mejor disposición para hacer pedagogía desde la acción pública, sobre todo cuando se manifiesta reiteradamente la importancia de la cultura ciudadana para evitar la propagación del virus. Esto requiere voluntad política, capacidad institucional y recursos.