Faiver Eduardo Hoyos
Las estrictas medidas impuestas por los diferentes mandatarios a lo largo y ancho del país, bajo el lineamiento del Gobierno Nacional, han servido de alguna manera para reducir los contagios por coronavirus en todo el territorio.
Si bien es cierto hemos sido testigos en algunos casos de cómo este virus ha actuado de manera letal llevándose consigo a familiares, amigos, pareja, vecinos o simplemente a un conocido, es bueno reconocer que aunque algunas ciudades mantienen aún su capacidad hospitalaria al tope, muchas otras en cambio empiezan a reducir la cifra paulatinamente, y es importante porque de seguir esta tendencia se daría paso a una reapertura económica más activa.
Han sido días difíciles para muchas familias en Colombia, principalmente para los estratos 1, 2 y 3 (estadísticamente representan casi el 90% del total de las personas fallecidas por coronavirus en el país), no solo por tener que aprender a convivir con un virus que llego para quedarse, también la parte económica empieza a cobrar factura.
Las obligaciones no dan espera en un país donde el desempleo está por las nubes y la economía bien por el suelo. En un país donde el trabajo formal es escaso, no es justo atacar al “trabajador informal” los cuales representan más del 60% de toda la población.
Muchos de esos trabajadores quisieran estar en casa junto a sus familias, pero el sustento diario y las obligaciones, los obligan a tener que salir a «rebuscarse el día», por encima de salvaguardar sus vidas.
En ocasiones, parece que en Colombia fuera más peligroso ser un trabajador informal por encima de un delincuente. Sería bueno que en vez de tanta persecución al trabajador, se crearán espacios adecuados que brinden garantías a estas personas que honradamente se ganan la vida. De esa forma podríamos pensar que estamos preparados en una batalla para derrotar el trabajo informal y reducir los índices de desempleo en todo el país.
Cuando en un Estado aumenta el desempleo y no se ofrecen ayudas económicas a la población acordes a una pandemia, el resultado será que aumente la informalidad. El poco empleo formal, sumado a las pocas oportunidades reales y la crisis económica, son solo algunos de los “ingredientes” que uniéndolos todos forman hambre y es este el principal detonante para el aumento de la delincuencia.
No es polarización, ni hacer política con la muerte como muchos lo han llamado, es cuestión de ponernos en los zapatos del otro y tener un poco de sentido común con los miles de colombianos que hoy por causa de la pandemia no la pasa nada bien.
En Neiva el Covid hizo estragos no solo en temas de salud, el sector económico de la ciudad fue uno de los más perjudicados. El año pasado fue bastante complejo para todos, en junio se alcanzó a superar el 40% en materia de desempleo. Una cifra que preocupaba y causaba desconfianza entre los ciudadanos y que debía ser prioridad para nuestro gobernante y su equipo de trabajo.
Por fortuna Gorky Muñoz Calderón es un Alcalde que escucha, piensa y se pone en el lugar de la ciudadanía más desprotegida. Sus decisiones frente a la contención del virus y la reactivación económica de la ciudad a paso lento pero seguro, permitió recuperar cerca del 80% de los empleos que se habían perdido por motivo de la pandemia. Es decir, cerca de 33 mil neivanos recuperaron o encontraron un empleo.
La indisciplina social y la falta de cultura jugaran un papel muy importantes en cómo avanza el virus en Colombia. Lo más fácil en una pandemia seria que todo el mundo estuviera en casa, pero en un país como el nuestro en donde reina el trabajo informal y las ayudas del Gobierno son pocas, es algo imposible. Desde este espacio hago un llamado al autocuidado personal, solo de nosotros depende nuestra salud y la de nuestros seres queridos. Es importante reactivar la economía pero de manera responsable, recuerden que sin salud no hay dinero que valga.