En toda una parafernalia de acontecimientos se ha convertido el cambio en el poder ejecutivo norteamericano; pasando por el desconocimiento por parte de del Presidente saliente de los resultados electorales, la impugnación de estos ante el poder judicial, interponiendo decenas de demandas que al final no prosperaron; la arenga para pedirle al Congreso que no ratificara la elección de su oponente que terminó en una toma por parte de sus seguidores de las instalaciones de Cámara, con consecuencias fatales que cobraron la vida de varias personas; el indulto presidencial, incluso a parientes de familiares; la exclusión en redes sociales del Presidente por incitar a la violencia; la amenaza de un segundo “impeachment”; y, los cambios de última hora en la política exterior estadunidense.
Llama la atención, por las repercusiones que puede tener para Latinoamérica y para Colombia, que nuevamente se incluye a Cuba dentro de la lista de países que patrocinan el terrorismo. El Departamento de Estado, en el informe que fundamenta la decisión, cita casos de apoyo al terrorismo internacional y de refugio a reconocidos terroristas. Además, acusó al Gobierno cubano de haber «alimentado, alojado y brindado atención médica a asesinos, fabricantes de bombas y secuestradores, mientras muchos cubanos pasan hambre, no tienen hogar y no tienen medicinas básicas». Aludió también a la negativa de La Habana a extraditar a diez líderes de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que viajaron a la isla para mantener negociaciones con el Gobierno colombiano y han sido requeridos por ese país después de que el grupo se atribuyera la responsabilidad en un atentado contra una escuela de la Policía en Bogotá que causó 22 muertos y más de 87 heridos.
Este cambio de última hora echa por la borda la política Obama con relación a la Isla que buscaba limar asperezas entre los dos países; desde el 2009 se había iniciado el periodo de deshielo y en el 2015 se había retirado de la lista. Se marca un rumbo diferente que por supuesto, podría también cambiarse en el futuro; pero no será a corto plazo, pues la justificación que habría que darle no es fácil de construir. Para el Gobierno cubano, esto no es más que otro ataque de los muchos de carácter terrorista que se les lanza desde los Estados Unidos. La inclusión de un país en la lista negra de terrorismo implica trabas al comercio y más sanciones para La Habana, además de todas las que pesan sobre Cuba, debido al embargo comercial que tiene desde mediados del siglo pasado.
En el pasado, muchos de nuestros dirigentes se han visto seducidos por las figuras epopéyicas de los gobernantes cubanos; pero, a pesar de la solidaridad que pueda despertase, la verdad es que se ha desaprovechado una gran oportunidad para que la isla regresara a la democracia. No se hace cosa distinta por el Gobierno norteamericano saliente, que obrar en consecuencia con lo que es obvio: el Gobierno cubano no ha cambiado desde que se tomó el poder; en la Isla no existe la democracia y es el refugio del terrorismo internacional, so pretexto de combatir el capitalismo democrático.