Que Colombia se una en torno a un proyecto social y político con transformaciones viables y responsables es el propósito principal de una carta que firman un grupo de colombianos influyentes, líderes de opinión.
El más del centenar de firmantes consideran que una sociedad más justa y democrática es posible en Colombia, que no albergue odios y se pueda vivir en paz, que se escuche a la ciudadanía para alcanzar una profunda renovación.
Los firmantes de esta carta, dirigida a la opinión pública, creen que es posible un país capaz de desarrollar todos los postulados y derechos que contiene la Constitución Política de 1991 e implementar los acuerdos de paz alcanzados, comprometido con “la equidad de género, la protección de los derechos humanos, el desarrollo sostenible y una política exterior respetuosa de la soberanía de los Estados y la solución pacífica de las controversias».
Colombia requiere de un proyecto político y social que agrupe al país alrededor de unas propuestas de transformación social, viables y responsables. Esto no es un asunto de colores políticos, ni de razas, ni de dinero, es una necesidad de la sociedad colombiana, en su conjunto, donde nadie debe quedar por fuera.
Señalan los firmantes entre quienes se encuentran académicos, exministros, líderes de opinión, empresarios que los estallidos sociales están teniendo lugar en muchos países del mundo “no solo bajo regímenes autoritarios. Las democracias no han sido la excepción”, donde la movilización se ha convertido “en la expresión de un profundo descontento social frente a la desigualdad económica, el acceso inequitativo a los servicios públicos (salud, educación, agua potable, pensión, vivienda), la destrucción del medio ambiente o la falta de oportunidades para los jóvenes”.
Y agregan que “estamos observando que esta polarización política les está abriendo las puertas a soluciones falsas».
El compromiso es de todos, no es de la izquierda ni de la derecha, es de todo un país unido en busca de soluciones a los problemas que nos afectan a todos por igual. El problema no solo es económico, político o social, es el conjunto de todos ítems que involucran a todos los ciudadanos.
Hay que incentivar el diálogo, sin rehuirle a la controversia, pero buscando entre todos llegar a acuerdos en común, que integren, no que polaricen, que podamos reconstruir un país que se ha ido resquebrajando, pero que pide a gritos que pare todo y volvamos así a pensar en un país inclusivo, donde quepamos todos en medio de las diferencias.