Por:
Jose Eustacio Rivera
Hemos venido teniendo tiempos de efervescencia y alto nivel de sectarismo político-social en nuestro departamento se había presenciado tal división y sectarismo político. Hoy se vive bajo un panorama desolador y tosco; los Uribistas maltratan a los Petristas, los Petristas ultrajan a los Uribistas, los que ahora apoyan a Petro son guerrilleros, los que apoyan a Fico son Paramilitares o narcotraficantes, el que critica al gobierno es errante, el que respalda el Pacto Histórico y sectores de izquierda son tildados de mamertos, o el que critica la seguridad democrática es secuaz del terrorismo o posee vínculos con las FARC.
La eterna pelea y discrepancia entre los dos sectores conservadores nuestra región, el Alvarismo y el Lauranismo, los duros ataques convierten esta fiesta electoral en un campo de batalla de desprestigios, calumnias y falacias, nada de profundo tiene el decir que la política es el arte del bien común, o que es donde se toman las decisiones más importantes de una sociedad, cuando estamos dando el peor ejemplo a las futuras generaciones. No hay quién se salve.
El pasado de la intolerancia política del país ha sido recurrente y se remonta a las querellas entre Santanderistas y bolivarianos, y más tarde entre liberales y conservadores, que dieron origen a la violencia partidista, que dejó una larga estela de sangre. En Colombia, por el contrario, se valora esa manera de pelear y agraviar, Se interpreta como una actitud frentera y de carácter. Con ello están dando un refuerzo a esas conductas, lo que hace que otros contesten igual y se seduzcan en el mismo juego.
No hay quien haga un alto en el camino que determine una contienda diferente a los fake new y campaña de desprestigio que llega a buscar aliados a las cárceles de parte y parte para enlodar la imagen de los propios y directos candidatos. las autoridades deben salir al paso con un frente común por el respeto y ética al proceso democrático que se emprende rumbo al 29 de mayo, para ser bastión ejemplar en el país.
La historia de la violencia en Colombia esta incondicionalmente ligada a la intolerancia y la imposibilidad de valorar las ideas ajenas. Si verdaderamente esta sociedad quiere entrar en un proceso de reconciliación y reparación, es fundamental que se respete la diferencia. Pero ese no ha sido el caso en los últimos tiempos.
Hoy la ética política se ha perdido en forma y estilo, las redes sociales han sido el escenario propicio para la demagogia y el desprestigio, y hasta profesionales reciben largas sumas de dinero por dedicarse a hackear y crear perfiles falsos defendiendo una causa y proyecto político. Muchos nos apasionamos por la paz y la fiesta de ideas y propuestas en democracia, que debería basarse en instruir al electorado que no conoce el modelo de país que necesitamos con urgencia. A propósito de los dos extremos que históricamente vienen polarizando el país, ¿qué diferencia hay entre la amnistía propuesta por Uribe y el perdón social de Petro?
