Diario del Huila

Un país sin liderazgos

Dic 2, 2023

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ERNESTO CARDOSO CAMACHO

El evidente marchitamiento de la democracia colombiana obedece, entre otras razones y en buena parte; a la ausencia notable de liderazgos políticos, gremiales, académicos, culturales y sociales; originada en el perverso sistema político vigente y en la debilidad institucional del Estado de Derecho consagrado en la Carta Política, arrasado por la violencia, el narcotráfico, la corrupción y la impunidad del sistema judicial.

La cultura del todo vale; el afán desmedido de enriquecimiento sin esfuerzo; las continuas políticas públicas que premian al delincuente desestimulando al ciudadano que cumple las normas; la ausencia total de autoridad visible en muchos aspectos del funcionamiento del Estado; en fin, permearon sistemáticamente los valores y principios con los cuales se fortalece la convivencia ciudadana que permite el progreso, en condiciones de equidad,  manteniendo vigentes y vigorosas las instituciones del Estado así como las aspiraciones naturales de una sociedad y de una Nación.

Este panorama cada día más evidente permite concluir que los colombianos estamos abocados  a continuar padeciendo, agravados, muchos de nuestros males que no han sido capaces de remediar quienes han ejercido el liderazgo nacional. Siempre se ha sabido que las sociedades y las naciones exigen para su adecuado y permanente desarrollo, la eficaz gestión de quienes asumen las responsabilidades de conducir y orientar a los ciudadanos que confían en su transparencia, capacidades y buenas ejecutorias.

La manía de creer en que con acuerdos de paz y de negociaciones políticas que inciden en el cambio de las leyes, podemos remediar nuestros problemas, ha sido un factor que nos ha limitado el horizonte y sobretodo nos ha conducido a laberintos institucionales donde las naciones y sus habitantes pierden la confianza y la credibilidad.

Esto es lo que estamos observando hoy. Llega al poder político  una nueva visión de democracia y desarrollo prometiendo cambios para aliviar nuestros dolores institucionales, pero la escueta realidad nos está mostrando que se trata de una nueva frustración, inspirada en un caudillo mesiánico y populista que de liderazgo reivindicador solo tiene la fachada.

El trámite de las reformas legales en el congreso así como el funcionamiento del gobierno del PH, si bien es cierto constituyen una nueva frustración, también es verdad que están desvelando la tragedia institucional que padecemos. Un presidente que bien conoce las debilidades éticas y morales de nuestra clase dirigente, la tiene acorralada y a punto de someterla a sus caprichos y veleidades, mientras los colombianos nos movemos en la incertidumbre, la anarquía y la desesperanza.

Mientras tanto, avanzan la delincuencia y la criminalidad; la justicia no funciona y se debate en permanente impunidad y lentitud; el gobierno persiste en su insensata política de paz total; los políticos del congreso aprobando con mermelada las iniciativas del gobierno al tiempo que sus fichas regionales están a punto de iniciar una nueva gestión colmada de politiquería y corrupción, para continuar el círculo vicioso en el que nos estamos ahogando.

Y dónde están y qué hacen nuestros grandes dirigentes? Los expresidentes Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque; así como el señor Vargas Lleras que han gobernado durante los últimos 32 años; que están haciendo por proponerle al país lo que los colombianos estamos deseando que no es nada distinto a progreso, desarrollo, oportunidades de bienestar y sana convivencia?

Siguen jugando a la politiquería mientras Petro avanza en su propósito de acordar con el ELN, las disidencias de las Farc y las bandas criminales; un acuerdo de paz que rompa de manera definitiva la frágil democracia institucional que padecemos, a través del chantaje de tales organizaciones criminales, para convocar a la Asamblea Nacional Constituyente que nos hunda en el hueco de la dictadura chavista.

No hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oir, lo dice con sobrada sabiduría la palabra bíblica. 

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