Diario del Huila

Un proceso histórico de nunca acabar

Ago 20, 2022

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Por: Amadeo González Triviño

Apenas llevamos quince días de gobierno con el presidente electo y es afortunada la forma como se van alineando los medios de comunicación para dejar entrever el trasfondo de una política de censura, de repudio y de desinformación como la que ha precedido el proceso electoral y la forma como se constituyó en un aliado imprescindible de los atropellos, de las injusticias y de la inequidad con la que hemos sido gobernados en los últimos cincuenta años, con especial énfasis en los últimos veinte.

Ya lo hemos advertido y lo recalcamos a cada instante en los momentos en los que tenemos la oportunidad para volver nuestra voz hacia la consolidación de un proyecto político, no institucional, pero sí un proyecto que busque la transformación de las costumbres políticas y que incite y conlleve a las comunidades a ese modelo de insurgencia en la construcción, de nuevas formas de participar, de acompañar y de reconocer que el momento histórico es largo, es complejo y no podemos dudar de los objetivos y de los proyectos que se han de consolidar hacia esa política humana, social y justa que tanto hemos reclamado.

Da tristeza que en las últimas horas se pregone un proceso vedado de corrupción en la elección que tiene que hacerse de funcionarios públicos, todo lo cual tiene que hacerse sin reversa dentro de las instituciones tanto de control como en aquellas otras encargadas de ser guardianas de nuestras libertades y de nuestros derechos ciudadanos, que a pesar de todo, no se puede tampoco seguir con el juego que tenía cartas ya marcadas del anterior gobierno y de los gobiernos que no han dado luz o una esperanza de sanidad pública como la que siempre hemos esperado. Pero parece que nos hemos acostumbrado a aplaudir o silenciar nuestra voz, ante la criminalidad que se esconde en la burocracia o en otros puntos estructurales de nuestra sociedad, del gobierno y de la economía que nos rige.

Hemos convocado y seguimos convocando al establecimiento de prácticas reales en las que los ciudadanos denuncien y se comprometan a buscar estrategias para combatir las inequidades, que esta lucha por la libertad y por la paz y por la convivencia, sean una justa y merecida búsqueda en la que todos tengamos derecho a opinar y respetemos el disenso y toda clase de opiniones ajenas, pero sin levantar la voz y sin levantar la mano para golpear o para imponer un criterio por encima de cualquier razonamiento.

El proceso que vivimos es complejo, está matizado por esa polarización institucional que se ha patrocinado siempre, donde un gran sector de la población que se ha abstenido de participar en los procesos electorales, pareciera no importarle la suerte del país, y esa población no está legitimando a uno y a otros, y es por ello que se hace necesario que todos comprendamos el rol y el papel que nos corresponde en la construcción de una sociedad que rescate elementos mínimos de ciudadanía y de convivencia, de recuperación del patrimonio moral y cultural que hemos perdido, para que sin caer en la confrontación, podamos llevar un mensaje de luz y de alegría que tanta falta nos hace.

Finalmente hasta se pregona la designación de recursos económicos para la justicia como si ello fuera suficiente, puede que en algo contribuya, pero no es la base de una forma para designar jueces que no han de remediar las costumbres judiciales y las prácticas retardatarias que aún pululan en nuestra Administración de Justicia, es necesario replantear esquemas ágiles, prontos e inmediatos que contribuyan poco a poco a descongestionar procesos judiciales, y eso lo saben las altas cortes, pero sin embargo, siempre se habla de patrimonio económico, cuando lo que se requiere es patrimonio moral, intelectual, académico y especialmente humano en la justicia y la búsqueda de solución efectiva de los conflictos jurídicos en todo el país.  Finalmente, retomo las palabras de un amigo que advierte que mientras no haya una transformación personal, individual en nuestras relaciones con los otros, todo será un fracaso y ese fracaso es al que tenemos que anticiparnos, por el bien nuestro y el de la sociedad.

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