Hace nueve días el gobierno nacional, a través de los Ministerios de Salud, Agricultura, Comercio, Industria y Turismo, Ambiente y Transporte, emitieron un Decreto por medio de la cual, se autoriza la reapertura de estos pequeños mataderos. Se reconsidera que el sacrificio de ganado es el eslabón más crítico de la cadena de producción cárnica, pues allí se combinan varios aspectos de cuidado. El principal de ellos, por supuesto, es la higiene. De la manera como se realicen los pasos del faenado depende que la carne obtenida no suponga riesgos para la salud pública. Las plantas de beneficio animal fueron cerrando durante los últimos años debido a las estrictas normas de salubridad que se les exigían. A pesar de las críticas anticipadas por parte del gremio de frigoríficos, el presidente respaldó la norma como ya ha hecho en anteriores ocasiones. Pero como sucede en el gobierno del cambio, es contrario a las medidas adoptadas desde 2016, cuando se empezaron a cerrarse los mataderos municipales por la deficiente salubridad que presentaban.
La justificación para que se reduzcan los precios de la carne, a costa del manejo sanitario de este alimento de consumo masivo, es una ecuación que genera un riesgo a la salud. El Invima será el encargado de autorizar estos espacios que se denominan según la norma, plantas de beneficio animal en categoría de autoconsumo y que funcionarán para la distribución de carne u otros productos cárnicos exclusivamente en el municipio. Esta autorización debe ser solicitada por el alcalde municipal con el aval del Comité Departamental de Carne y Productos Cárnicos Comestibles. Los municipios que quieran este aval deberán cumplir las siguientes condiciones: presentar condiciones especiales de sanidad animal de acuerdo con lo determinado por el Instituto Colombiano Agropecuario; presentar dificultades de interconexión terrestre con otros municipios donde existan plantas de beneficio animal autorizadas; o presentar dificultades de abastecimiento.
En otrora, este sistema rudimentario, se convirtió en un verdadero riesgo sanitario, porque dichos mataderos, no cumplían con las mínimas condiciones de higiene, de acuerdo con la inspección y a las claras advertencias que realizaron las autorizaciones sanitarias. Desafortunadamente los alcaldes de estos municipios no tomaron las medidas indispensables para corregir estas irregularidades que estaba poniendo en riesgo la salud de los consumidores. Dicha medida gubernamental es un retroceso para la salubridad para las familias colombianas. La medida, por lo pronto, envía un mensaje inconveniente al mercado. Las plantas privadas han dedicado años de trabajo y cuantiosas inversiones para actualizar no solo sus instalaciones físicas, sino también su capital humano, cuyo nivel de formación es hoy muy superior al de hace 15 años. Al permitir la competencia con mataderos mucho menos tecnificados, se configura un desequilibrio de mercado y se devalúan las inversiones realizadas por los privados.