AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO
Estos días los huilenses han podido observar en las redes y en los medios de comunicación un despliegue interesante y un protagonismo que antes no se había visto en uno de sus hijos que ocupan hoy el cargo de congresista, quien vino a ocupar una curul vacante por la renuncia de su inicialmente elegido Senador.
Este papel protagónico viene presentándose ante los ojos de la región, Cauca, Nariño, Putumayo, Caquetá y Huila, como abanderado de sus necesidades y como vocero de las comunidades y pretende que el Gobierno Nacional vuelva los ojos a los problemas centrales que han direccionado al abandono de sus habitantes y además que se destaquen los elementos esenciales de una política coherente con los proyectos nacionales que se vienen liderando por la Colombia Humana.
Este hecho tiene una connotación interesante frente a quienes ocupan cargos de alta representatividad en el Gobierno Nacional, desde el asesor jurídico de la Presidencia, los miembros de la Cámara de Representantes y demás funcionarios que siendo de nuestro Departamento, deben procurar ser los verdaderos voceros de la región, deben ser los principales protagonistas para que con el apoyo de las autoridades administrativas y locales, hagan visibles las necesidades, y no que se presenten como los gestores de esta o de aquella obra, sino que entiendan que la función pública debe ir más allá de los egos, deben procurar la forma de contribuir en un todo, por la solución de los problemas sociales que reclaman cada uno de los sectores de la región, sin tener en cuenta a qué grupo político o a qué corriente ideológica se arropan sus mayorías.
Sin lugar a dudas es evidente como lo han sostenido muchos comentaristas internacionales, que cuando un político, oficiante de su cargo, presenta argumentos o se postula como el redentor o el artífice de los procesos de salvación de un pueblo, merece mucha atención y mucho cuidado, teniendo en cuenta los antecedentes de otros tantos que han hecho de la política un proceso ideado hacia la consolidación de elementos económicos particulares, como ha sucedido por la clase política colombiana y de lo cual no se salvan quienes otrora han ejercido tales cargos por elección de nuestro Departamento y la secuela angustiante que ha generado tal situación para pensar que como se sostiene por algunos candidatos que merecen una revisión de sus teorías, estamos en mora de dignificar la política en todos los sectores humanos, económicos y sociales.
Pero también ha de destacarse que otros tantos que han terminado siendo elegidos, incluso por el poder gobernante, se encierran en un mutismo ególatra perverso, ya que ejerciendo sus funciones, tienen la capacidad de ignorarse por su capacidad de gestión y dejar pasar el cuarto de hora que tienen bajo su responsabilidad, para sumarse al grueso de aquellos a quienes los electores, nunca más estarán de su lado, y ese protagonismo en defensa de las comunidades o de respeto a sus electores, tiene que ser una constante y una forma de perseverar en los fines esenciales de la política y no de la politiquería como han estado acostumbrados.
Quizá es hora de reconocer y demandar del senador huilense mucho compromiso y exigir que realmente apoye los procesos sociales de renovación y de cambio y de transformación, sin importar los cuestionamientos que se hagan por su gestión o por las orientaciones del partido al que pertenece, y que por el contrario, tenga la certeza de que ese compromiso debe ser coherente con el proceso histórico que demanda que los pueblos exigen transformaciones sociales y que por tanto, hay que superar los esquemas tradicionales de hacer la política, para no perpetuar las lacras que hemos heredado de otros políticos que lo han antecedido en su cargo.
