Por: Carlos Tobar
Llevaba más de un mes por fuera del país y en esta semana corta que estoy de nuevo en el terruño he tratado de actualizar la información de los acontecimientos más importantes. Dejando a un lado nuestra inveterada propensión a la violencia y el evidente estancamiento de la economía, la noticia de mayor interés es el inicio de la campaña electoral que ha de elegir a las autoridades regionales: gobernadores, alcaldes, diputados y concejales.
Cuando me fui no habían terminado de decantarse las candidaturas a esos puestos. El 29 de julio se cerró el período de inscripciones y con ello quedaron definidos los aspirantes a los distintos cargos de elección popular.
El primer hecho a destacar, es la proliferación de partidos con personería jurídica con capacidad de entregar avales a candidatos: 35, sin contar los innumerables candidatos inscritos por un grupo significativo de ciudadanos. Este fenómeno puede ser, bueno o malo, depende de cómo se mire. Bueno, porque no hay ningún ciudadano que haya querido aspirar a cualquier cargo de elección popular que no haya encontrado la forma de hacerlo. Pero, lo negativo es que la mayoría de esas organizaciones o aspiraciones no tienen la necesaria identidad política y la solidez ideológica, para garantizar a los electores que la confianza depositada va a ser honrada.
El segundo aspecto, es la indudable reacción de la ciudadanía contra las empresas electorales (maquinarias de compra de votos) que tradicionalmente han capturado el poder en alcaldías y gobernaciones para entrar a saco sobre los escasos y sagrados recursos públicos. No voy a decir, que esta es una reacción total y aplastante, pero sí que es un comportamiento mayoritario.
No hay población pequeña o grande donde a lo largo de 20 o más años uno o dos bloques de políticos corruptos no se hayan repartido el poder municipal o regional y, que no estén generando rechazo colectivo a ese tipo de prácticas. Silenciosamente hay una censura social creciente. Lo vamos a ver en muchos de los resultados electorales del próximo 29 de octubre.
Una reacción que ha sido potenciada por el descaro de los compradores de votos que han usado todo tipo de mecanismos y triquiñuelas para tratar de aplastar la rebelión creciente de la ciudadanía.
Pero, sobre todo, esta reacción desesperada es producto del aplazamiento indefinido de las soluciones a los múltiples problemas sociales y económicos de las mayorías ciudadanas. La pobreza, el hambre, la falta de fuentes de empleo, los aumentos sin control del costo de vida…, han terminado cansando a los ciudadanos que identifican con claridad a las castas politiqueras de todos los niveles y los distintos pelambres, como los responsables directos de sus necesidades insatisfechas
Esta, en síntesis, es una batalla que está tomando el cariz de una confrontación entre lo viejo y lo nuevo, en las formas de hacer política. Que en el fondo es el propósito de rescatar la democracia directa como derecho ciudadano de elegir a personas idóneas como sus gobernantes más próximos.
Neiva, 28 de agosto de 2023
