En el corregimiento de Vegalarga, zona rural de Neiva, un hombre de 53 años de edad abusó durante siete meses de una menor de edad, a quien mediante intimidaciones la sometía a todo tipo de vejámenes; producto de los abusos, la niña de 11 años quedó embarazada. Diario del Huila conoció detalles desgarradores de este aberrante hecho.
DIARIO DEL HUILA, ESPECIALES
Una cita médica para tratar unas dolencias que aquejaban la menor, fue la puerta que abrió el infierno que durante siete meses vivió una niña de 11 años de edad, al ser violentada sexualmente de forma reiterada y además descubrir que estaba en estado de embarazo, sin ni siquiera sospecharlo.
Lo narrado a continuación sucedió en Vegalarga, zona rural de Neiva, desde mayo del 2021 hasta finales del mismo año, cuando en medio de una cita médica quedó al descubierto el monstruo de las lavazas para los marranos.
Así empezó todo
Orlando Morales Tafur, se ganó la confianza de la familia cuando llegó hasta la vereda San Antonio de Anaconia, a laborar como labriego en una finca, de allí hizo contacto con un allegado de la menor, con quien entabló una cercanía que posteriormente le hizo ganarse la confianza de la familia y aparentemente ser una buena persona.
A finales del año 2020, se fue de la zona, tres meses después volvió comenzado el año 2021 supuestamente al estar trabajando en otro sector y requerir lavazas para marranos, la misma que la familia de la niña abusada le entregaba a otro hombre, pero que el pidió que le fuera dada desde esa fecha comenzó a recogerla en la vivienda donde vivía la niña de 11 años de edad.
Dos meses después, es decir en el mes de mayo, se dio el primer abuso, ese día el hombre llegó a la vivienda, la niña estaba sola tras haber salido del colegio y sus padres habían “bajado” al pueblo.
Aprovechando esta situación, el hombre, quien desde hace varios días había tratado de acercarse a la niña, logró su cometido; tomó confianza, y mediante engaños y falsas promesas de regalos, inició con un beso, luego le tocó sus partes íntimas y cuando ya la menor trató de frenar los hechos, la tomó por la fuerza y la accedió sexualmente de forma violenta.
Ese día, la menor entre lágrimas trató de contar lo sucedido, pero dicho hombre la amenazó con acabar con su vida si llega abrir la boca o si alguien de su familia se enteraba, por eso prefirió guardar silencio, creyendo que sería la primera y la última vez, pero no fue así.
Siguieron los abusos
Dos días después, el hombre volvió a la vivienda a simular recoger la lavaza, conocía el momento en el que la niña quedaba sola, y ese día también abusó de ella.
Se marchó poco antes de que llegaran sus padres, no sin antes darle un billete de 10 mil pesos, “comprando su sepulcral silencio”; y así fueron pasando los días y los abusos, tanto carnalmente, como tocamientos en sus partes íntimas, sumado a amenazas, e intimidaciones con el fin de no ser descubierto. En una oportunidad, le indicó que, si llegaba a hablar, mataba a su mamá.
La puerta de la salida del infierno
Para el mes de diciembre del mismo año, la niña se enfermó, inició con leves complicaciones de salud, un malestar general que obligó a sus padres a llevarla al médico, pues los remedios caseros que en casa le estaban haciendo no habían servido.
Desde el corregimiento se desplazaron hasta la ciudad de Neiva, y allí en medio de lo que era un chequeo general, el médico descubre algo aterrador.
Aquella niña de 11 años estaba embarazada, tenía de tres a cinco semanas de gestación y sus dolencias y malestares eran producto del temprano embarazo que de forma violenta había provocado dicho hombre de 53 años de edad, tras las continuas agresiones sexuales.
En ese momento nadie entendía lo que sucedía, razón por la cual el médico ordenó unos segundos exámenes para descartar que el resultado se tratara de una confusión.
Por segunda vez, se confirmó el estado positivo de embarazo de la pequeña niña, que de inmediato rompió en llanto y se tomó de los brazos de su progenitora.
Ante lo sucedido, desde el centro asistencial activaron la ruta de atención al tratarse de una menor de tan corta edad; en medio del acompañamiento psicológico, fue cuando la niña confesó de las aberraciones de las cuales estaba siendo víctima, que, durante siete largos meses, dicho hombre que iba a recoger la lavaza de los marranos, era quien la había abusado sexualmente y que además la había dejado en embarazo.
Teniendo las palabras de la niña como testimonio y algunas evidencias que lograron recolectar las autoridades a lo largo de la investigación y días después de ser conocido el resultado médico, los uniformados le tendieron una trampa al individuo que terminó por confirmar que el relato de la menor si era cierto.
La captura
Recolectado el suficiente material probatorio, fue emitida la orden de captura de Orlando Morales Tafur, quien fue detenido en la misma vereda donde cometió los vejámenes en contra de la menor.
Hasta allí, se desplazaron uniformados de la Sijin de la Policía Metropolitana de Neiva quienes lo identificaron y le notificaron de la orden judicial en su contra, y sin pronunciar palabra alguna, pero confirmando lo sucedido, no colocó resistencia y ante la mirada atónita de algunos pobladores, fue capturado este abusador.
Este sujeto, de forma descarada le ofrecía billetes de 10 mil y 20 mil pesos, con el fin de que la niña guardara silencio, mientras el satisfacía su lívido sexual y la sometí a cualquier tipo de vejamen, en el interior de su habitación, en uno de los baños de la vivienda e incluso en un matorral, hasta donde la llevó en una oportunidad, para que el llanto de la menor no fuera alertar a ningún vecino.
Embarazo interrumpido
La niña estaba embarazada, pero dada la complejidad de lo sucedido, su embarazo fue interrumpido con consentimiento de la víctima y los adultos responsables.
Con relación a todo lo anterior, la niña recibe aún acompañamiento médico y psicológico; mientras el responsable de lo sucedido fue condenado a 16 años y cuatro meses de prisión, por los delitos de acceso carnal abusivo con menor de catorce años agravado y actos sexuales con menor de 14 años agravado en concurso homogéneo y sucesivo.
Cifras alarmantes
El Instituto de Medicina Legal reveló un preocupante panorama de la violencia sexual en el Huila durante 2022, donde entre enero y noviembre se reportaron 797 casos de los cuales en 604 hechos las víctimas fueron mujeres menores de edad, de ellas, 353 niñas entre solo 10 y 14 años.
De acuerdo con el informe de esta entidad, de la totalidad de víctimas de violencia sexual en el departamento en dicho periodo 72 eran hombres y 725 mujeres. Con 147 casos los infantes de 5 a 9 años fueron uno de los principales blancos de este flagelo.
Por municipios, Neiva se ubicó como el primero con más denuncias, con un total de 313 casos reportados, seguido de Pitalito con 70, La Plata que registró 50, Garzón con 41, y Algeciras y Rivera con 30 cada uno.
Estas alarmantes cifras se suman a las presentadas a nivel nacional por la Fiscalía General de La Nación en el informe “Delitos sexuales en contra de menores de edad en Colombia: caracterización criminológica y político-criminal”.
En dicho estudio del flagelo el ente acusador reportó 316.917 casos de abuso a menores de edad entre 2010 y 2022, siendo el 2018 el año con más denuncias al registrar 26.000 hechos.
Pese al esfuerzo de las autoridades, principalmente de la Policía Metropolitana de Neiva, en la sensibilización de estos hechos, un vocero oficial afirmó que en un 75 % los detenidos son personas que pertenecen al mismo círculo familiar de la víctima, y el restante tiene alguna cercanía social.
Los victimarios
“Se habla en promedio que en un 75 % de los casos, el victimario es un familiar y persona cercana a ese núcleo, situación por la cual es importante hablar mucho con nuestros hijos, saber ganarse su confianza para que de manera temprana y oportuna se pueda conocer y actuar ante cualquier conato de abuso. Los casos ocurridos en vía pública o fuera de las viviendas son mínimos, pues la mayor tasa de incidencia locativa, son viviendas donde las víctimas son sometidas bajo engaños de miembros cercanos”, puntualizó el mayor Miguel Galeano Jefe Seccional de Protección y Servicios Especiales Policía Metropolitana de Neiva.
Los padrastros encabezan la lista de victimarios, seguidos de los padres, hermanos, tíos y en último lugar vecinos o personas cercanas a la familia.