Por: Alvaro Hernando Cardona González
En el artículo publicado por el BID, “La dimensión de la gobernanza en la persistente desigualdad en América Latina”, que se halla en su página web, se dejan conclusiones que todos los gobernantes latinoamericanos deberían estudiar. Y no solo los que dirigen los países, sino aquellos que gobiernan las distintas formas de entidades territoriales.
He aquí algunas, puestas de manera sintética:
A) “pesar de décadas de gobiernos democráticos y reformas políticas, la desigualdad económica en América Latina sigue siendo una realidad pertinaz. Las disparidades han perdurado durante los últimos 30 años, incluso en democracias relativamente estables como Chile, Colombia y México”. Seguramente tenemos tres taras para este resultado en los que debemos trabajar: por un lado tenemos una pertinaz corrupción en todos los niveles acompañada por la cobardía a denunciarla en todas sus formas; la justicia por lenta e ineficaz, llena de vericuetos y excesivamente formal, debe reformarse; y, debemos mejorar la gobernanza, porque también hay buenos gobernantes pero no hacen gerencia para ser racionales en las inversiones.
B) “el índice Gini general de desigualdad del ingreso en América Latina era de 53,3 en 2000 y bajó a 45,7 en 2018”. Debemos mirar hacia arriba dicen algunos expertos de nuevas tendencias. Porque no hay que atacar a los ricos lícitos (a los bandidos hay que darles con todo independientemente de si son pobres o ricos) sino aprender de ellos y hacer crecer económicamente a la mayoría. Necesitamos capacidades, emprendimientos y empresas.
C) “El estudio concluye que las democracias más sólidas han implementado más políticas redistributivas, incluido el gasto en protección social, al tiempo que han avanzado en términos de participación electoral”. Ahí hay dos lecciones: está fracasando la política de subsidios sin indicadores y metas. Eso es politiquería. Subsidios sí, hasta un momento específico y un propósito específicos; necesitamos, como se acaba de decir, más crecimiento, entonces más capacidades, más emprendimiento, y más empresas.
C) “La mala gobernanza obstaculiza la eficaz formulación de políticas públicas”. Tenemos planes de gobierno, pero no políticas públicas. Y como no hay políticas, la gobernanza está dedicada a buscar votos, no ha solucionar estructuralmente los problemas, y eso a su vez destruye confianza.
Quienes quieren gobernarnos son buenos haciendo política electoral; si les enseñamos a gobernar antes, ¿qué pasaría? Sin duda necesitamos gobernanzas para salir sinceramente de la pobreza. ¡Y todo esto contribuiría con la protección ambiental de paso!