Por: Adonis Tupac Ramírez
Le pregunté a sus dos amigos que lo traían por lo que había sucedido, me contaron que al escuchar los disparos habían parado el automóvil y todos habían bajado y se habían escondido cerca, llenos de miedo y desconociendo lo que estaba pasando, que después cuando el ruido de las detonaciones no se escuchó, se subieron rápidamente al carro y arrancaron y que justo en ese momento sintieron que el carro pasaba por encima de algo y escucharon los gritos de su amigo, ahí se dieron cuenta que accidentalmente lo habían atropellado y pasado el carro por encima, que en medio del caos cuando se subieron lo único que esperaban era poder escapar con vida, que ninguno se dio cuenta que Juan estaba tirado al frente del automóvil, muchas coincidencias que se sumaron al terror del momento. El conductor del vehículo estaba muy afligido, no paraba de llorar y preguntaba insistentemente por su amigo, en su cara se veía el dolor y la culpa.
Se procedió a llevarlo a radiología para realizarle una tomografía de tórax y abdomen, se evidencio que tenía un hemotorax bilateral ( esto significa que por el trauma los pulmones habían sangrado y esta sangre estaba en la cavidad torácica), lo llevamos al quirófano y le realizamos un procedimiento que se llama toracostomia cerrada ( se coloca un tubo dentro de la cavidad torácica que se inserta en medio de dos costillas por la pared lateral del tórax para evacuar la sangre), después pasó a hospitalización, no presentó otras lesiones. Juan estuvo hospitalizado por cinco días, con una muy buena evolución. Yo pasaba todos los días a revisarlo y cuando encontraba a su amigo el conductor acompañándolo, me gozaba mucho el momento tomándole del pelo con chistes crueles. Aun no me explico cómo no tuvo lesiones graves Juan, porque por el mecanismo del trauma uno esperaba cosas peores. Su amigo hasta el último día tuvo cara de dolor y tristeza, pienso que la culpa lo estaba maltratando, hablé con él en una de esas ocasiones y le expliqué que eso había sido un accidente y que después de un tiempo sería una buena anécdota para compartir y recordar.
Jamás pensé que esa noche llegaría un caso como este, una víctima indirecta del secuestro del edificio Miraflores, una noche que muchos en Neiva quisieran no haber vivido, una noche que terminó de sepultar una esperanza de paz a un pueblo como el huilense que sacrificó mucho y estuvo constantemente expuesto en ese proceso fallido.
Actualmente seguimos con la esperanza puesta de poder ver finalizar la guerra en nuestro país.