Diario del Huila

Una vida entre la Iraca 

Jun 27, 2022

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Por: Johan Eduardo Rojas López

Fotografías: José Rodrigo Montalvo  

El sombrero, rabo e’ gallo y poncho, son elementos primordiales para complementar la indumentaria para disfrutar del Festival del Bambuco en San Juan y San Pedro. El municipio por excelencia de fabricación de sombreros es Suaza, pues durante años se han consolidado como un territorio con reconocimiento internacional, precisamente por este producto. María Elena Muñoz Duarte, es una artesana que le ha dedicado su vida a este oficio que ha perdido fuerza en la región.

Durante esta época del año uno de los principales dinamizadores de la economía son las prendas de vestir y accesorios típicos del Festival del Bambuco en San Juan y San Pedro. El sombrero de Suaza, es un elemento fundamental y apetecido por propios y turistas. Sin embargo, pese a su reconocimiento por la temporada los artesanos conocedores del tema cada vez son menos.

María Elena Muñoz Duarte, artesana de Suaza – Huila, de 62 años de edad, ha dedicado la mayor parte de su vida en este oficio que ama y busca preservar. La artesana oriunda del centro poblado de Guayabal, elaboró su primer sombrero a la edad de 7 años y desde entonces no ha parado de hacerlos.

“Yo tengo casi 54 años de experiencia tejiendo sombreros de Suaza. Yo aprendí de mi abuela y mi mamá también, ellas me dedicaron tiempo, me arrimaba a ellas y veía como tejían. A mí me gusta mucho, yo aquí he enseñado. Yo he dado formaciones en diversos escenarios para continuar con este legado artesanal. He podido enseñar y a mí me gusta mucho difundir este oficio”, manifestó.

La fabricación de sombreros se convirtió en una tradición familiar que aún continúa, pues ella es la cuarta generación que prolonga este arte y su hijo también es conocedor del tema. Gracias a esto, ha impartido su conocimiento en varios rincones del municipio, del departamento, del país y el mundo.

El sombrero de Suaza, es elaborado con Iraca, una planta silvestre que se da en varias regiones del país y el departamento a la cual ellos le extraen el cogollo.

Una vida entre la Iraca
María Elena Muñoz Duarte, la artesana que le ha dedicado su vida a este oficio que lamentablemente ha perdido fuerza en la región.

Pérdida artesanal

“Anteriormente había mucha tejedora y trabajaba muy bonito el sombrero, por eso, lleva el nombre de Suaza porque aquí siempre se ha destacado a nivel mundial el sombrero más elegante y bonito porque sus tejedoras se dedicaban y hacían las artesanías con cariño y amor. En ese momento todo el mundo sabía tejer y elaborar un sombrero”, admitió María Elena con nostalgia.

Sin embargo, luego de un tiempo se fue perdiendo esta tradición porque al producto no se le ha dado el valor que merece y menos aún al oficio que ellos ejercen con sus propias manos. Tristemente esta poca viabilidad hizo que muchas emigraron a otros territorios u oficios, por su parte, las nuevas generaciones no les interesó aprender por varias razones, entre ellas, la anteriormente señalada.   

Una vida entre la Iraca
: Pese a su reconocimiento por la temporada, los artesanos conocedores del tema cada vez son menos.

Aunque siempre ha sido un oficio con cierto valor, no era el suficiente para el trabajo realizado. Así lo detalló María Elena Muñoz Duarte, quien también dijo que, “Esto se está acabado, las personas ya tejen muy poquito, por eso, es que a mí me gusta impulsar esta labor porque mi madre era una luchadora incansable en este oficio y ella le gustaba enseñar, le interesaba que la gente aprendiera y ella salía a darse a conocer. Fue una mujer que nos enseñó, por eso, toda la familia aprendimos. los hombres a hormarlos y las mujeres a tejerlos. La idea es que aprendan bien y no sean mal fabricados, sino que sean perfectos. La idea es que no se acabe este oficio y no lo dejemos perder en las comunidades, por el contrario, lo sigamos preservando”.

Ella reconoce que con este oficio le ha ido muy bien, pues ha recorrido el mundo con sus sombreros como carta de presentación. Esto la ha llevado a ser merecedora de varios homenajes y a participar en varios eventos culturales.

‘Artesanías Olivia Duarte’

Actualmente, esta artesana tiene un punto de venta que lleva el nombre de su madre hoy fallecida, quien les dejó un legado inigualable. Ese homenaje es más que merecido pues cuenta con orgullo que su madre se abría camino en todas las regiones y gracias al apoyo de una secretaria cultural de aquella época, ellas y el municipio, logró alcanzar ese renombre del que logran gozar.

“Ella vino al municipio con las candidatas y nos mandó a hacer varios sombreros y nos regó trabajo a las artesanas de aquí. Desde allí mi madre se impulsó y nos mandaba a hacer sombreros. Entonces esta región se destaca por tener unas tejedoras finas de sombreros porque se le dedica tiempo. Al morir, yo no sabía qué hacer, para mí fue duro porque me sentí sola y quedé cruzada de manos. Llame a alguna clientela de mi mamá y les dije que yo seguía y aquí estoy, no paré”, agregó María Elena Muñoz.

Una pandemia agresiva

Como todos los comerciantes, los artesanos también se vieron bastante afectados a raíz del Covid-19, tanto así, que era María Elena Muñoz quien llamaba a los clientes para ofrecerle sus productos y de esta forma logró trabajar de manera virtual. Además, indicó que los paros nacionales también afectaron su producción.

“Yo no he dejado de tejer, ni en pandemia, yo seguía tejiendo así no se compraran. Igual trabajaba a puerta cerrada. Ahorita gracias a Dios lo que habíamos tejido en la pandemia, nos sirvió para esta temporada tan favorable. Entonces seguimos haciendo lo mismo, recibiendo gente y vendiendo. Actualmente se ha evidenciado un aumento y hay que aprovechar porque luego culmina la temporada y también disminuyen las ventas”.  

Una vida entre la Iraca
El éxito de María Elena Muñoz radica en que siempre explica a detalle la elaboración del sombrero.

Sus días se sintetizan en el tejer y, por tanto, es exigente con su trabajo. De su mamá también aprendió a reciclar y no desperdiciar el material con el que elabora las artesanías. La creatividad es su mayor virtud y con esta materia prima elabora un sinfín de productos innovadores e ingeniosos, pues a la Iraca se le puede dar múltiples utilidades.

Según la experta artesana, el costo del sombrero depende de lo que desee el cliente y oscila entre $700.000 y $1.500.000. Además, existen tres clases de tejidos: Mariposa, Borsalino y Tejido. Los costos dependen del tejido y el color.

“Cada región tiene su estilo de tejer. Este oficio se tejía más que todo en el sur del Huila, en Timaná, Pitalito, Naranjal, entre otros, pero los otros lo dejaran de hacer porque no era rentable, solo se mantuvo la gente de Suaza. Aquí se quedó porque las tejedoras se enamoraron de ese oficio y lo mantuvieron. Y esta quedó como el mejor sombrero del departamento. Ahora la gente compra y luego se detienen porque les queda por mucho tiempo, solo manda a hacer el mantenimiento”, ahondó María Elena.

Esta artesana huilense, representó a Colombia en Rusia, el año pasado. Una experiencia que la llena de orgullo porque se convirtió en algo histórico para su vida. Ahora, vendrá al ‘Encuentro De Maestros Artesanos’, esta semana en Neiva. Su éxito radica en que siempre explica a detalle la elaboración del sombrero y cuenta la historia que ella misma ha ayudado a construir.

Recuadro 1:

Proceso de la materia prima:

– Tener los cogollos idóneos porque no todos sirven, es importante que tengan sombra.

– Quitarle las orillas.

– Sacarle las fibras, amanojarlas por docenas.

-Cocinar en leña varias docenas. Únicamente en agua por dos horas.

– Dejar reposar.

– Lavar, y escurrir.

– Despegar las hebras una por una para que suelten y no queden pegadas.

– Ponerlos en unas cuerdas a la sombra para que le dé el viento.

– Bajar después de tres días.

– Seleccionar por color y finura, porque de eso depende la calidad del sombrero.

Recuadro 2:

Elaboración del sombrero:

Hacer el nudo de mariposa que es el tradicional.

Se siguen colocando hebras de iraca para hasta hacer el plato ‘parte de encima’.

– Empezar por el revés y quitarle las hebras.

-Voltearlo al molde de la horma según la talla y continuar con la elaboración, es decir, plato, copa y ala. 

– Luego se hace el cordón.

– Ya al final le quitan todas esas pajitas, las dejan secar y ahí queda listo para que otra persona le dé la horma.

Todo es completamente a mano y la tejida es en dos capas, por esta razón, la duración depende de la calidad y dedicación del artesano. Cada vez que se inicia a tejer hay que remojarlo para que la fibra se suavice y no se parta.

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