Por: Alvaro Hernando Cardona González
Los científicos han observado con asombro cómo las temperaturas del océano han aumentado constantemente durante los últimos años. Esta tendencia ha encendido alarmas para el segundo semestre del 2023, pues se pronostica que el fenómeno de El Niño, en el océano Pacífico tropical, está en camino, lo que además traerá impactos como calor extremo, ciclones, tormentas, migraciones ictiológicas extraordinarias y amenazas tangibles para los arrecifes de coral.
De acuerdo con datos del 2018, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD, la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial, dentro de las cuales están más de 2000 millones de personas viviendo en cuencas; por lo que la demanda supera la oferta y por lo tanto se presenta un déficit hídrico, tendencia que empeora con el aumento de las sequías y la desertificación.
Lo anterior, aunado al crecimiento desproporcionado de la población, por ende un aumento en las extensiones de cultivos y mayores necesidades de agua, deberían promover e implementar el uso eficiente y ahorro de este recurso natural. Ya no es infinito. Su renovabilidad está en riesgo. Y eso conlleva forzosamente a implementar instrumentos de gestión eficiente que apuesten por optimizar la demanda de agua y permita mantener la capacidad de regulación de las cuencas, las zonas de recarga y el ciclo hidrológico para garantizar la sostenibilidad.
Uno de esos instrumentos es el PUEAA, Programa para el uso eficiente y ahorro de agua. Una herramienta enfocada a la optimización del uso del recurso hídrico, conformado por el conjunto de proyectos y acciones que le corresponde elaborar y adoptar a los usuarios que soliciten concesión de aguas o licencias ambientales que impliquen uso hídrico, con el propósito de contribuir a la sostenibilidad de este recurso.
Por esto el PUEAA, busca reducir las pérdidas por transporte desde las fuentes hasta los sitios de aprovechamiento, las pérdidas por uso ineficiente (lo que demanda más uso), utilización de fuentes alternas de abastecimiento (por ejemplo, la mayor utilización de las lluvias), la educación y la reforestación y protección de áreas de recarga.
No obstante, a que desde el año 2018 se obligó a que todo beneficiario de una concesión de agua o de licencia ambiental que use agua, incluya un PUEAA, el grado de implementación es muy bajo en relación con las concesiones de agua registradas. Según datos registrados en el Sistema de Información del Recurso Hídrico (SIRH) a 2019, sólo el 1.3% de las concesiones registran PUEAA. Y eso que no es fácil determinar si además de la radicación de estos programas, se adelantan acciones de verdad tendientes a ejecutarlos.
Ya no da espera el agua del planeta para que hagamos prevalecer éticamente nuestro deber frente a los derechos que esperamos de los demás. La vida está en riesgo.
