María Clara Ospina
Desde que en 1796 la primera vacuna de la historia fue descubierta por Edgard Jenner, un médico rural inglés, las vacunas, sin duda, maravillas de la ciencia, han sido recibidas por el hombre con esperanza, pero, increíblemente, también con sospecha, temor y rechazo; como está ocurriendo ahora con la vacuna del Covid-19.
Al doctor Jemmer se le ocurrió la idea de la vacuna cuando comprobó como en su pueblo las ordeñadoras eran contagiadas de una especie de viruela vacuna por estar siempre en contacto con la ubre de las vacas; sin embargo, jamás se contagiaban de la viruela humana, tan rampante en esa época.
El medico tomó una muestra de viruela vacuna, de una granja, y se la inyectó a James Phipps, un niño de 8 años. El pequeño enfermó, pero a las 48 horas se recuperó totalmente y, entonces, quedó inmunizado ante la viruela humana, tal y como sucedía con las ordeñadoras y fue comprobado por Jemmer.
En 1881, el científico Louis Pasteur desarrolló un experimento con una vacuna antiantráxica en carneros y vacas. Cuando informó de los resultados a la comunidad científica utilizó el término de vacuna, procedente del latín vacca (vaca), como un reconocimiento al doctor Jenner.
Ignorando los resultados positivos y la esperanza que tal vacuna representaba contra la viruela, no fue una tarea fácil que la gente se dejara vacunar. Fueron muchas las reacciones negativas de la sociedad que, entre otros temores, pensaba que tras recibir la vacuna, podría desarrollar apéndices de vaca.
A pesar de la oposición a dicha vacuna, y gracias a grandes campañas de los gobiernos en unión de la comunidad científica, la vacuna de Jenner se utilizó para proteger a la población mundial contra la viruela, esa temida y muy propagada enfermedad, que mataba a millones o los deformaba.
Las vacunas descubiertas en los dos últimos siglos han sido milagrosas soluciones a pandemias aterradoras. Gracias a ellas, prácticamente se han logrado eliminar algunas de las más devastadora enfermedades del ser humano en todo el planeta. Lamentablemente, muchas veces han sido rechazadas por la población; generalmente por una mezcla de desinformación, ignorancia y miedo a lo desconocido.
Las vacunas han conseguido, prácticamente, erradicar algunas de las enfermedades más contagiosas y mortíferas que ha conocido la humanidad, entre ellas: en el Siglo XVIII, la viruela; en el Siglo XIX: ántrax, rabia, colera, tétanos, difteria; en el Siglo; XX, tos ferina, tuberculosis, fiebre amarilla, tifus, poliomielitis, encefalitis, sarampión, paperas, rubéola, varicela, meningitis y algunas hepatitis. Sin embargo, siempre se ha encontrado oposición a dichas vacunas.
Hoy en plena pandemia, cuando el abrumador aumento de los casos de Covid-19 amenaza con llevar a los hospitales a un peligroso punto saturación, se ha comenzado la distribución de vacunas para contrarrestar el virus. Todas ellas desarrolladas a gran velocidad, con avanzadas y seguras técnicas científicas, por importantes laboratorios.
Sin embargo, un estudio publicado recientemente en la revista Science demostró, luego de un análisis de más de 1.300 páginas de Facebook con casi 100 millones de seguidores, que la desinformación antivacunas alcanza el mismo nivel de popularidad que el movimiento a favor de las vacunas. (Diario el Mercurio).
Habrá que perder el miedo y vacunarnos, como lo hicieron nuestros antepasados para enfrentar otras enfermedades.