El país completa nueve días en un estado de zozobra terror, por la alteración del orden público en
las principales ciudades por los bloqueos en los cordones viales y por el saqueo diario de
establecimientos comerciales, instituciones financieras y la infraestructura productiva, por
organizaciones criminales que no respetan el orden jurídico de la Nación.
No reciben instrucciones de nadie. No poseen un credo religioso, ni político. Son personas que la sociedad colombiana no les ha brindado la oportunidad de estudiar y de tener acceso a los servicios esenciales que ofrece el Estado. La mayoría son adictos al consumo de sustancias sicoactivas. Aprovechan cualquier movilización social, para buscar el momento oportuno para arremeter contra las propiedades de cualquier local o almacén, con el fin de saquearlos e incendiarlos.
Estas acciones irracionales y demenciales están desdibujado los objetivos de las protestas sociales.
Es muy preocupante el incremento de estos actos vandálicos en las principales ciudades del país.
Inclusive en capitales se están presentando bloqueos urbanos que impiden la movilización
ciudadana y que son aprovechados en horas nocturnas para desbordar todo su frenesí para
arremeter contra las propiedades privadas y la infraestructura de estas localidades.
Hay que reconocer que gracias a las grandes movilizaciones sociales que se generaron, se logró
por el fin, que el gobierno nacional tomara la sana decisión de retirar el esperpento de Reforma
Tributaria, que habían presentado a consideración del Congreso de la República. Pero no es justo
que estas protestas desencadenen actos vandálicos, que han vuelto rutinarios y en un completo
dolor para la sociedad colombiana.
Otro ingrediente que se le suma a esta crisis social y económica, son los bloqueos permanentes en
las principales vías del país, por parte de camioneros, indígenas y otras organizaciones comunitarias, que están provocando un progresivo desabastecimiento de alimentos, bienes y servicios esenciales. Es loable la actitud de todos los gobernadores y alcaldes del país, que se van a reunir con los organizadores del Paro para permitir cordones humanitarios, que conduzcan el paso de estos bienes y los insumos médicos para atender la emergencia sanitaria que estamos viviendo por la pandemia del Covid. Este tema que hasta hace 10 días estaba en primera línea del accionar gubernamental, ha pasado a ser secundaria, mientras se siguen muriendo más de 450 personas diarias en este país, durante el último mes.
Mientras ocurre lo anterior, hay necesidad de lograr acuerdos con todos los actores que están
participando en estas protestas para buscar una salida civilizada y evitar este desangre que se vive
actualmente y por consiguiente la semi parálisis de algunas actividades económicas, que por ende
generan la pérdida de miles de empleos. Es incierto el panorama.