Por: Harold Salamanca
Según información publicada recientemente por el Departamento Nacional de Estadística (DANE), la población colombiana, viene envejeciendo a tasas cada vez mayores. Las proyecciones estadísticas del Gobierno Nacional, reportaron que para el año 2021 en Colombia, habían 7,1 millones de personas mayores de 60 años, y para el 2031 se proyecta que esa cifra se incremente en 10 millones. De igual manera, se estima que la población mayor de 60 años crezca el 22% entre el año 2030 y el año 2050. Hecho que ocurre entre otras variables, por la baja en la tasa de fecundidad y por el aumento de la esperanza de vida de la población, que, para nuestro caso, está por el orden de 77 años para los hombre y 82 años para las mujeres.
Haciendo un análisis sobre la vejez en Colombia, encontramos temas críticos y estructurales, que cada día aquejan a nuestros adultos mayores, como la salud mental agudizada por la pandemia del Covid-19, la pobreza que hoy afecta a 2 de cada 10 personas mayores en nuestro país, la discapacidad física que concentra el 23,2% en las personas con edades entre 60 a 74 años del total de personas con esta condición; las bajas coberturas en educación que muestran que el 13,1% de las mujeres adultas mayores no saben leer ni escribir, el acceso al internet solamente del 36,6% de personas mayores de 60 años, y el uso de computadores solamente del 12,4% de esta misma población, nos deben unir como sociedad civil en torno a la búsqueda de soluciones inclusivas, sostenibles social y económicamente en el tiempo.
Visto el panorama que hoy vive nuestra nación, sin duda, el envejecimiento de nuestra población es la gran oportunidad, que nos permite, como país cerrar la brecha de las desigualdades, repensar y crear nuevas políticas de estado, que garanticen una vejez feliz, tranquila, digna, con facilidades de integración a los procesos educativos, productivos y sociales, con posibilidades de generar y materializar emprendimientos soportados en la experiencia de vida, con el fin, de reducir los índices de pobreza y mejorar las condiciones de vida. Y, por último, y no menos importante, la posibilidad cierta de acceder a una pensión de vejez que le permita a los adultos mayores independencia económica y cubrir por lo menos sus necesidades básicas. No olvidemos que lo que construyamos ahora, lo disfrutaremos tarde o temprano.