Tibú, el municipio de Colombia con más cultivos de coca plantados, con 19.333 hectáreas, ha sido un lugar receptor de migrantes de Venezuela en los últimos años. “Al menos son 8.000 los venezolanos que están registrados, pero se estima que en el municipio hay más de 13.000, y que unos 25.000 han pasado por aquí”, son las cuentas que hace Nelson Leal López, alcalde de Tibú. Para el municipio, la reciente apertura de la frontera con Venezuela ha sido más bien un tema simbólico.
Mientras estuvo cerrada, los migrantes siguieron moviéndose y llegando por las 32 trochas ilegales que hay solo en Tibú. “La población migrante se incrementó en dos años específicos, en 2018 y 2019, cuando el porcentaje subió del 14% al 22% en áreas rurales y urbanas”, explica Kenny Sanguino Cuéllar, profesor Investigador de la Universidad Libre Seccional Cúcuta.
Raspar coca, a pesar de ser un trabajo duro, se convirtió en una oportunidad. “A los migrantes, el cultivo de coca los ha sostenido, porque de alguna manera el cultivador le tiene que pagar al obrero tenga o no tenga plata”, cuenta Teoniro Vargas, parte de la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat) y presidente del Movimiento Campesino de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana (Coccam) del municipio El Zulio.
El profesor Sanguino coincide en que los migrantes suelen llegan en condiciones de vulnerabilidad y les tienta la oportunidad laboral de trabajar como peones en las plantaciones de coca. Pero es un beneficio de doble vía. “Y el migrante ha sostenido a los cultivadores porque las personas ancestrales de la región ya no quieren trabajar en esto”.