El 12 de noviembre de 2008, en esta columna, aludí a la elección de Barack Obama; posesionado posteriormente como Presidente de los EE.UU y Joe Biden como Vicepresidente. La investidura de Barack Obama, como el cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, y de Joseph Biden como vicepresidente, se llevó a cabo el 20 de enero de 2009, a las 12:05 p. m., en el capitolio de los Estados Unidos. El tema de la ceremonia fue “Un nuevo nacimiento de la libertad”, conmemorando el segundo centenario de nacimiento del famoso Abraham Lincoln.
El vidente Joseph Biden fue senador correcto, elegido por Delaware entre 1973 y 2009. Ejerció como abogado antes de comenzar su carrera política en el año 1972 y la posesión que hoy asumirá como presidente de los Estados Unidos es un acontecimiento novedoso que, además de las consecuencias que en su Estado derivarán, es probable que también se cumplan en sus colonias americanas, especialmente en Colombia. Todo por la relación vinculante que aquí se tuvo con el totalitario Trump y el obedecimiento que se le hizo a su exigencia del uso del glifosato, para reducir el cultivo de la coca. La característica del criterio del nuevo presidente es que tiene él la virtud de presentir las gravedades políticas; la experiencia hace al maestro.
Este clarividente analizará las causas violentas y económicas de la exigencia gubernamental de Trump, persiguiendo el cultivo de la coca, remitiendo tropas militares, burlando el control del Congreso colombiano, según lo sentenciado por un juez de tutela. Biden acogerá tácticas razonables. Por ejemplo, no perseguirá el tráfico que financia el costo elevado por la pelea con autoridades y reducida esa utilidad se podrá resumir el contagio, enseñando el peligro del consumo y reduciendo la riqueza de los traficantes, la DEA y sus cómplices. La prohibición casusa apetito y contrabando económico.
La historia del manejo de las políticas dirigidas por Obama, que redujeron trastornos del orden en su país y apoyado por su colega Joe, fue una videncia que dio lugar para que en la última competencia se reviviera la estrategia que durante la democracia “obamista” se llevó a cabo, incluso restableciendo relaciones diplomáticas con el Estado de Cuba. Tránsito que el narciso Trump atacó y volvió a expresar su ambición por el dinero, tal cual lo expuso sin vergüenza al inicio de su mandato, anunciando la construcción del muro en las fronteras con México.
Ahora, después de doce años, vuelvo a manifestarme, respecto de la llegada al gobierno del Imperio, un personaje que observando sus antecedentes induce a imaginar que se aliviarán los dominios arbitrarios que durante los últimos cuatro años se impusieron en el planeta y principalmente sufrimos en esta tierra. No obstante, esto, numerosos nacionales alabaron al tirano Trump y lo visitaron en su club Mar-a-Lago, en Florida. También asistieron descaradamente a defender su reelección en plena campaña. Pacho Santos, fue uno. No extraña esto entre los defensores de las “monarquías” aristócratas.