Diario del Huila

Violencia verbal de Petro

Oct 1, 2024

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Por: María Clara Ospina

Para Petro la única solución a los problemas de Colombia es llamar, con discursos cargados de violencia y odio, al “pueblo” a las calles a protestar; olvidando que muchos de esos problemas han sido causados por pésimas decisiones tomadas por él, durante su gobierno. Además, el supuesto “pueblo” que él pretende alzar en su favor no ha existido nunca, mucho menos ahora después de estos dos años de promesas incumplidas y constantes chambonadas. 

Su incapacidad de gobernar, de formar equipos de hombres y mujeres íntegros, experimentados, capaces de plantear y desarrollar propuestas y programas serios para mejorar la vida de los ciudadanos, es cada vez más notoria.

Entonces, como cualquier líder acorralado, que siente el frio de la derrota acercándose a su cuello, Petro pretende enardecer a las masas que imagina suyas a punta de discursos “veintejuliero” de manzanillo acalorado, de guerrillero endiosado, arengas llenas de excesos retóricos, de visiones exaltadas y apocalípticas.

Sus diatribas están plagadas de violencia verbal, odio, recriminación contra este o aquel grupo de colombianos, por su clase social, su poder adquisitivo, su capacidad ejecutoria o su origen.  Es una retórica populista usada y abusada por cuanto personaje se cree “mesías impoluto”, salvador de su pueblo.  

Lo grave de este tipo de discurso cargado de soberbia, ceguera y errores fatales, es su capacidad de perturbar la paz, la armonía y la unidad de una nación. Petro carece, totalmente, de mesura y prudencia, esas virtudes tan necesarias para lograr equilibrio, unidad, prosperidad y confort del ciudadano.

Es un hombre ebrio de poder, grave enfermedad que ha sufrido desde cuando siendo guerrillero maltrataba a los secuestrados que tenía bajo su control, no por nada lo llamaban el “comandante caca”.

Esa enfermedad, y demás delirios de Petro, sumados a lo que sea que se fuma, bebe o inyecta, lo hace violento e insensato a un nivel peligroso para nuestra nación, tan agobiada por la violencia.

La realidad es que él sabe que no es un líder amado, que el grito de “fuera Petro” se oye en todos los rincones de Colombia, que ha trascendido fronteras. Hemos visto las importantes manifestaciones en su contra, en naciones de Sur, Centro y Norte América, Europa, Asia y África, donde se escucha fuerte y poderoso el grito “fuera Petro”.

Sus discursos internacionales cada vez más grandílocuos y absurdos, se han convertido en el “hazme reír del mundo”.  

Realmente su mayor problema es considerase líder mundial cuando no puede ni con los problemas más urgentes colombianos, como son la violencia rampante que se vive en una parte importante del territorio, los constantes asesinatos de líderes comunales, inclusive indígenas, militares, soldados y alcaldes de pequeñas poblaciones, muchos de los cuales han tenido ir a gobernar desde las capitales departamentales para proteger sus vidas.  La erosionante extorción que acorrala a los colombianos, y la abrumadora corrupción de algunos de sus colaboradores, tantos casos que son imposibles de enumerar, igual que los escándalos constantes de sus familiares, ministros y asesores, involucrados en gastos exorbitantes y absurdos, como ocurre con los ocasionados por su vicepresidenta Francia Márquez.

Ojalá, Petro se centrara en gobernar en vez de andar azuzando al pueblo con su odio y violencia verbal, o expandiendo “el virus de la vida por las estrellas del universo” (su discurso, ONU 20230).

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