Este escrito es una opinión. Confieso que a pocos meses del nacimiento de mi hijo Lorenzo siento mucha ansiedad, el temor normal del reto que significa ser papá pero, sobre todo, el miedo a su futuro, al país que le dejaré y a las condiciones con las que podrá crecer. Este domingo los colombianos empezaremos a decidir el porvenir de Lorenzo y de todas las nuevas generaciones.
Estamos enfrentados a dos modelos: por un lado, está el de las recetas equivocadas, el que vende un cambio cuando en realidad es un salto al abismo, el que detesta la libertad (aunque dice defenderla), con el que millones han sido condenados a la miseria y en donde cada uno deja de ser un individuo autónomo para convertirse en un borrego enumerado. Este camino a la servidumbre está representado por Gustavo Petro y su lista del Pacto Histórico. Al otro lado tenemos un modelo, sin duda imperfecto y con múltiples problemas por solucionar pero que nos permite vivir en libertad, hacer empresa, generar empleo y sacar personas de la pobreza. Quizás todos los otros candidatos representan este camino.
Las elecciones de este domingo pueden definirlo todo. Si los enemigos de la libertad sacan una mayoría importante (más de 20 Senadores y 30 Representantes) quienes creemos en la democracia y el estado de derecho estaremos perdidos. También ocurriría si la consulta del Pacto Histórico llegara a sacar más votos que las otras dos. Lastimosamente, si esto no llegase a ocurrir tampoco tendríamos una garantía de salvar la libertad, la danza de los millones gastados en esta campaña, en donde algunos candidatos al Senado han invertido más de 15 mil millones, hará que la ideología y la coherencia se pierdan y simplemente los congresistas electos, con sus maquinarias electorales, se vayan a donde más les ofrezcan y puedan librar lo gastado. Gustavo Petro ha demostrado no tener escrúpulos para recibirlos.
Por todas estas condiciones saldré a votar el domingo con ansiedad y miedo, pero también con determinación. Confío en las conversaciones con mi amigo Pablo Jaramillo que me da esperanza cuando habla de la ciudadanía silenciosa que en su mayoría rechaza el socialismo y que por sus ocupaciones diarias no salen a llenar plazas o a expresar su voto todos los días.
Votaré por quienes defienden la libertad, por quienes entienden que la fórmula para acabar la pobreza es generando más riqueza a través de un clima favorable para los negocios, por quienes crean en un Estado pequeño y eficiente, y para quienes los principios no son negociables.
En buena hora muchos candidatos cumplen con estas características, yo votaré por Paola Holguín al Senado (CD6) y Juan Espinal a la Cámara por Antioquia (CD116). También lo haré por las consultas. Y aunque tengo profundas diferencias ideológicas con la mayoría de los candidatos de la Centro Esperanza, votaré por Alejandro Gaviria. Me he dedicado a conocerlo y a escucharlo, considero que tiene a Colombia en la cabeza y plantea las soluciones correctas.
Vote y hágalo bien.
