DIARIO DEL HUILA, BOTALÓN
Por: Martha Cecilia Andrade Calderón
Se retoma que no sólo Waldina Dávila es un referente para nuestras letras regionales, sino que también se considera la primera mujer novelista del país, y que abrió el camino para que más mujeres se inclinaran al arte y las Letras.
¿Quién es Waldina Dávila Ponce de León? Escritora huilense. ¿Pero nadie la conoce? hablemos de ella, Llamemos a quienes la han estudiado. Fueron las preguntas y respuestas de la Tertulia El Botalón quien siempre atenta a cumplir su labor cívico, social y cultural, organizó, como cierre del año, su sesión del pasado martes, con una invitada estudiosa de la narrativa de la huilense, la profesora Magda Liliana Barrera Vásquez, docente de la USCO, quien junto con Sandra Milena Trujillo P. y Franki Vanegas T., se dieron a la tarea de investigar, rastrear, analizar y divulgar, la vida y obra de la huilense en sus estudios de maestría, que hoy se pueden leer en su libro “Waldina Dávila: Ser mujer y escritora en el siglo XIX”, precisó, al inicio del conversatorio, la invitada docente Barrero Vásquez.
Vida: entre lo local y lo global
Waldina Dávila nació en Neiva el 16 de diciembre de 1831 y falleció en Anapoima el 11 de agosto de 1900, en el hogar de Pedro Dávila y Josefa Salas; se afirma, dos de las familias más importantes para la Provincia de Neiva de aquel entonces. Su abuelo materno, Benito Salas Vargas, fue un destacado combatiente de la campaña que apoyó a Antonio Nariño en 1812. Fue fusilado junto con otros mártires; sus manos y cabeza fueron exhibidos. Luego su cabeza fue enterrada en el terreno que más tarde se convertiría en Hacienda La Manguita. En 1936, el gobierno colombiano inauguró el aeropuerto en la hacienda, y le cambió el nombre en 1986 como el aeropuerto “Benito Salas”, en su honor.
La invitada describe y, lee siendo fiel a su trabajo, la infancia de Waldina en Neiva, “fue allí donde ella desarrolló sus habilidades artísticas”. La contemplación de su tierra en su niñez, se advierte, despertaron en ella una habilidad para plasmar en letras y dibujos, porque también fue pintora. Luego vivió unos años de juventud en Bogotá, “era una niña alta, delgada, pálida, de abundantes cabellos blondos, flexibles como el mimbre”.
Hacia1852, contrae matrimonio con Rafael Ponce de León, con quien tuvo cuatro hijos: Teresa, Carmen, Rosa, y Enrique. Enviuda rápidamente, quedando a cargo de sus hijos. Su patrimonio lo invirtió en la educación de sus herederos, y en el largo viaje y estadía que hizo a Europa. De nuevo en Bogotá y con reconocimientos peninsulares, ya había publicado en España, se vincula a la vida cultural y literaria de Santa fe, al grupo, tertulia y periódico de “EL Mosaico”. Y cultiva amistad con el poeta Rafael Pombo, con quien se cruzan versos y elogios.
Se explica que la actividad literaria de Waldina Dávila de Ponce de León, se enmarca en el romanticismo y el costumbrismo, propios de la segunda mitad del siglo XIX. La escritora transitó con sus letras en contribuciones con la prensa nacional e internacional, revistas. Publica poesía, novela, cuadros costumbristas, cuento y dramática.
Poesía: entre paisaje, personajes, existencialismo
En 1884 publicó en la ciudad de Sevilla, su libro Poesía, compendio de versos. Compuesto por 33 piezas. Tuvo dos ediciones. Sus temáticas, según los estudiosos, tienen que ver con descripciones del paisaje, un sentimiento trágico frente a la vida, el amor —este puede llegar a ser peligroso— y al paso del tiempo, que encuentra esperanza en la muerte. Se afirma que estos ejes corresponden a la lírica romántica de corte europeo extendida por América en dicho siglo. En ella se aprecia las memorias que Waldina tiene de su ciudad natal e infancia y proyecta su vejez:
Ya pasará la juventud hermosa
cual barca débil en la mar bravía,
y al rudo choque volará con ella,
aroma y luz en la desierta orilla.
…
¿Quién podrá responder a nuestros ojos
cuando la lumbre macilenta expira,
al recitar el misterioso idilio
de esa otra llama que jamás vacila
Narrativa: novelas y relatos
Al hablar de la prosa, Magda Barrera, narra cómo se estructura la novela El trabajo (1888) desde la acción que se da en una familia y sus mujeres. También se refiere a sus otras novelas cortas, Luz de la Noche y La Muleta’(1892), que muestran personajes femeninos con estereotipos propios de la época. En 1890 publicó el cuento Mis proceres, considerado como un texto inspirado en su linaje familiar y en los últimos días de vida de su abuelo. Su “acento realista”, da paso a la crítica social y a la descripción de las relaciones sociales de la época.
La última obra conocida fue publicada en 1892 bajo el título de Zuma. Drama de tres actos y en prosa, en donde la presencia indígena resalta. Luego de la publicación de este trabajo, junto con Soledad Acosta de Samper y otros escritores de la época fue delegada a representar al país en un Congreso Internacional.
La invitada afirma que en la narrativa de Dávila se proyecta una mirada crítica a las estructuras sociales del poder y su radio de acción simbólico sobre los personajes femeninos. El Trabajo y Mis próceres, permiten asomarse a la vivencia de esas formas en donde se somete a las mujeres a cautiverios de tipo social, familiar y religioso; Otros personajes reciben las consecuencias, que derivan en orfandad, domesticación, obediencia, matrimonio por conveniencia y exclusión social. Dentro de estas mujeres (ficcionales) sobreviven diferentes tácticas y estrategias, conscientes o inconscientes, dichas u ocultas; entre otras, la locura, el adulterio, el delirio y el suicidio. Se deduce de sus personajes que la mujer en tanto cautiva carece de autonomía, libertad e independencia para vivir; el cautiverio la estereotipa y somete al dominio social hegemónico, clasista y patriarcal, que coarta la capacidad de decidir sobre su propia vida.
En conclusión, y después que los contertulios valoraran la ilustración sobre la escritora, anónima en los cánones de la literatura regional y quizás más estudiada por fuera del país, se retoma que no sólo Waldina Dávila es un referente para nuestras letras regionales, sino que también se considera la primera mujer novelista del país, y que abrió el camino para que más mujeres se inclinaran al arte y las letras. Por tal motivo es urgente que las instituciones educativas del departamento en todos los niveles, propendan por dar a conocer el legado que dejó Dávila de Ponce de León, quien fue la primera escritora que se atrevió a cuestionar la historia, la mujer, la existencia, pero también a cantarle a nuestro paisaje y a nuestro rio, quizás de ella viene una tradición:
Aún viven en mi mente los mágicos recuerdos
de tu corriente mansa, rodando siempre igual,
por el rumor mecida de las gigantes palmas
que brotan en contorno de mi ciudad natal.
…
En mis primeros, años vagando en tus riberas,
al contemplar tus ondas mi alma enloquecí;
soñé con cuanto sueña la mente del poeta
y todo un universo en mis delirios vi.