El rechazo o fobia al extranjero por estos tiempos se ha convertido en un tema que se oye, se ve, lee y se nota tanto en la radio, la tele, los periódicos y redes sociales; pues son muchos los hechos que permanentemente se describen y se vuelven virales, ante la llegada de tantos extranjeros que por diversas circunstancias pasan, llegan y también de quedan en nuestro país.
El problema migratorio no es un tema que solo afecta a nuestro país; es una situación que desde los tiempos en que la misma biblia los describe como hechos de desplazamiento, amenazas, destierro o incluso, el impuso a buscar mejores condiciones de vida.
Estados Unidos, un referente mundial, país que ha alojado y aloja población de todos los extremos del mundo, que lo hace hoy, no solo pluricultural, potencia económica y comercial, si no que sigue siendo un sitio, país y región del mundo donde la humanidad quiere ir, visitar, ir a vivir por una u otra razón. El sueño americano de muchas personas, han hecho que esta potencia mundial haya implementado políticas de organización que ponen en cintura al inmigrante, pero que sin duda con toda la organización que posee, la tecnología, los recursos físicos y humanos no ha sido suficientes para contener y controlar la llegada permanente de personas de todas partes del Planeta.
En tiempos pasados la alegría de ver extranjeros en nuestro país, la conducta del buen recibo, la mentalidad que venían a invertir, dejar divisas, realizar actividades turísticas, comerciales y empresariales perdieron esa percepción; hoy ver extranjeros en nuestro país es símbolo para muchos de inseguridad, de competencia en espacios laborales y beneficios de estado. Sin duda en un país que a pesar de los esfuerzos el sector salud, vivienda, educación entre otros, tiene deficiencias, que sumado a la actual y menguada fuente de recursos para solución de las necesidades básicas insatisfechas de nacionales, variable que produce el distanciamiento mayor entre ricos y pobres que hace más visible la mitigación de la clase media, lo que además, sumado a la crisis mundial causada por la pandemia, ha agudizado los problemas sociales que se perciben en la falta de empleo, el déficit de vivienda, la crisis en el sector salud y tantos otros males que nos aquejan, los que no son causa por supuesto de este gobierno, si no del cumulo de problemas de un país en desarrollo, el que también ha sido golpeado por la guerra; esa violencia que desata un problema migratorio interno al que hemos llamado desplazamiento.
Cuando la xenofobia se asoma, el nacionalismo aflora y crece, el hecho de sentirnos dueños de un territorio, que aunque diverso, cultural, económico, gastronómico, geográfico, donde los acentos, costumbres, colores y razas construyen a ese gran país, que se une entorno a su patriotismo, que defiende lo construido por quienes en el pasado lo hicieron y en el presente los hacemos con ahínco, orgullos de los que somos, de los que estamos hechos y visibilizando una nación que a pesar de las diferencias, los motivos y circunstancias que en lo natural y antrópico lo golpean, pero que sin duda guardamos las esperanza y realizamos cada día los esfuerzos y aportes para tener un país lleno de oportunidades, generoso, esperanzado y tal vez preparándonos incluso para acoger al que llega y seguir construyendo una patria donde todos quepamos y podamos borrar de una vez por todas las líneas o fronteras imaginarias que han hecho del mundo un caos cuando en busca del poder y el dinero se interponen ante lo humano.