Diario del Huila

¿Y si el fútbol sirviese de facilitador de paz?

Jul 15, 2024

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Por: GERARDO ALDANA GARCÍA

De múltiples los relatos narrados por excombatientes de guerrilla y autodefensas, se palpa el vigor del fervor que despierta el futbol en cada espacio de la geografía nacional. En la edición del 23 de junio de 2018, del Diario El Espectador, se leía el sentir de estos hombres y mujeres, aún en combate, en torno al futbol:  Jugar o escuchar un partido para las Farc era el equivalente a dejarse descubrir por las Fuerzas Militares durante el conflicto armado. Estaba prohibido, por eso lo hacían en silencio, con radios improvisadas que a ratos agarraban alguna señal en la selva. El Mundial de Rusia 2018 es el primer campeonato de fútbol que están disfrutando con tranquilidad tras el acuerdo de paz. Es preciso decir que, el futbol, como la bella y sublime pasión masculina por la mujer, no tiene estrato social, ni partido político, ni color de piel. Tan excepcional deporte que conjuga la inteligencia de la mente y la habilidad física, es capaz de construir un escenario en donde veintidós jugadores cautivan las miradas, la pasión y el corazón de millones de personas en todo el planeta. Así como la música puede inducir sentimientos de amor, pasión, romanticismo, etc, y en otros casos, como Hitler amante de la música y las óperas de Richard Wagner, ser elemento para estimular nacionalismos de guerra y muerte, bien podría considerarse que el futbol sería un instrumento idóneo en el momento en que una sociedad en conflicto, por ejemplo, la colombiana, busca caminos de acercamiento y entendimiento para construir una paz duradera.

No es descabellado analizar la posibilidad de recurrir a figuras emblemáticas del futbol colombiano, quienes, al ser invitados a un pacto nacional de entendimiento, tomarían solo un partido: la paz entre los hermanos colombianos. Sorprende que, enemigos naturales como guerrilleros y paramilitares, una vez firmado el pacto de paz de Santos, han podido converger en espacios comunes para ver un partido de la selección Colombia, y gritar con emoción un gol de la tricolor, o sentir los nervios y soltar un madrazo al unísono cuando el juego está para terminar y de repente el balón proyectado con la genialidad de un crack  como Luis Suarez, impacta el palo izquierdo del pórtico del arquero colombiano en el juego clasificatorio a la final, o qué decir de la filigrana de Messi que dentro del área dejaba a varios jugadores para, afortunadamente fallar en disparo al arco, en la final de la Copa América 2024. Me daría mucho gusto poder ver a James Rodríguez, a Radamel Falcao o al Pibe Valderrama, sentados en un espacio de diálogo entre los actores del cruento conflicto colombiano. La comparación siguiente no sería del todo inapropiada, pero podría acontecer lo que pasa cuando un cura católico o un rabino, imparten doctrina sobre el amor a su Dios en momentos en que dos feligreses del mismo culto sostienen un diferendo. Los futbolistas encarnan un sentir nacional, una pasión de hijo de una patria común, que es suya y por ello también de su connacional lo que los hace hermanos. Seguramente al tenor de unos facilitadores de paz venidos del futbol, aparecerán sobre el espacio de negociación, propuestas como, por ejemplo, la sustitución de presupuestos de guerra para asignarlos a escuelas de futbol a infraestructura de entrenamiento, tanto para la edificación del ciudadano tolerante y gestor de la salud de su propio cuerpo, como para futbolistas de alto rendimiento. Así mismo, el impulso a esquemas de creación laboral como los trabajos artesanales en diversos materiales, desarrollando imágenes tridimensionales de los grandes referentes del futbol nacional. Bajo el mismo enfoque, muchos de quienes se movilicen hacia la paz y la vida normal, pueden tener la oportunidad de convertirse en escritores, pintores o fotógrafos, como ya ha ocurrido, y contar con el auspicio del Estado y sus gobiernos.

No es traído de los cabellos considerar el habilitar a futbolistas como gestores o facilitadores de paz; de hecho, los ejercicios de paz que sobre el particular ha adelantado Colombia, han recurrido incluso a figuras realmente controversiales como la de Salvatore Mancuso, hoy designado por el presidente Petro como Gestor de Paz. Los futbolistas no tienen mácula alguna frente a la posibilidad de jugar en el campo del conflicto y la paz; muy al contrario, tienen el plus de ser admirados, respetados y queridos por el país nacional.

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