Amadeo González Triviño
No soy economista, no pertenezco al grupo de comerciantes o de inversionistas que estén dedicados a la exportación o importación de artículos o de bienes de primera necesidad o de aquellos que necesitan el ser humano. Somos simples ciudadanos que nos sentimos abrumados por la forma como los medios de comunicación, los encargados de enrostrar tal situación a los anuncios o proyectos de reforma administrativa o de las políticas sociales que se están tramitando desde el Congreso de la República como los dinamizadores de dicha alza de la divisa en Colombia y que por tanto se corresponden a los dichos y expresiones de lo que ha de ser el actual mandato del gobernante de turno.
Muchos ciudadanos se preguntan por las consecuencias de dicho aumento de la tasa representativa del mercado y su influencia en el reconocimiento y pago de su salario, a su vez, la forma como se afecta la inflación, cómo se incrementan como consecuencia de aquella, las tasas de interés y cómo se advierte que el crecimiento económico en nuestra patria lleva a un estancamiento y una crisis en todas las esferas productivas y de consumo.
Entonces todos nos sorprendemos con la subida del dólar, pero a su vez, hay quienes anuncian a los cuatro vientos que es la hora de adquirir dólares para sacar provecho, en tanto que otros, reclaman que es la hora de vender aquellos que se tienen guardados o en reserva, por cuanto, estos precios históricos muy pronto retornarán a su curso normal y como dice el paisa, hay que aprovechar el negocio.
Las noticias sobre el crecimiento del dólar en nuestra patria, tienen un registro paulatino desde agosto del año 2018, y cosa curiosa, se ha mantenido en esa constante y nunca nos habíamos preocupado por ello, no olvidemos que se enfrentó una reforma tributaria, que se presentaron protestas ciudadanas, muertos y muchas movilizaciones populares y que el precio del dólar siguió campante incluso en el periodo de la pandemia y ahora, luego de aquella tragedia, siguió creciendo y se habló entonces de un crecimiento económico sin precedentes en la historia económica del país y todo era una apariencia de riqueza que se supo disfrazar para retornar a la legalidad de los procesos sociales y económicos internos.
Pero esta situación no se ha detenido, se ha focalizado ahora con el cambio de un gobierno que procura generar políticas petroleras y de protección del medio ambiente y de negociación con los delincuentes, narcotraficantes y alzados en armas y grupos al margen de la ley, en un sinfín de fórmulas que se quieren presentar como parte de un proceso de PAZ TOTAL, y entonces se advierte que todo eso hace necesariamente que suba el dólar y que la economía colombiana sufra un revés en su proyección a largo plazo.
Algunos ciudadanos afirman que qué nos puede importar que suba o que baje el dólar, sobre todo cuando no tenemos recursos y mucho menos tiempo para dedicarnos al turismo y recorrer el mundo, o bien, que nos sobren esos mismos recursos para comprar artículos suntuosos o bienes de lujo o hacer inversiones en países fuera de los linderos de nuestra patria.
Lo evidente es que debemos dejar unas ideas sobre este fenómeno a saber: el crecimiento de la divisa ha sido una constante; los fenómenos de la recesión económica en los Estados Unidos nos afectan; estamos determinados por las secuelas de la crisis de la pandemia; la guerra en Ukrania, que afecta las relaciones económicas en toda Europa nos salpica de una u otra forma, y adicionalmente, para redondear tenemos que decir que se nos vino el mundial de futbol en Qatar y que el dólar es la divisa que ha de brotar del centro de la tierra. Cómo les parece.
Pero todo esto es intrascendente, ya que la subida o la bajada del dólar, es parte de una estrategia de poder económica por parte de los grupos que se sienten desplazados del manejo de la política de gobierno en Colombia, pero que sigue siendo la propietaria de los medios de comunicación y en síntesis, hay que generar pánico y crear las crisis a como dé lugar, con el fin de desestabilizar el país y anticipar el regreso de los gobiernos funestos que nos han antecedido, para recuperar la economía colombiana. Y no podemos como borregos, dejarnos engañar.