Diario del Huila

¡Ya vamos en Quito! Acercándonos a la mitad del mundo

Dic 17, 2022

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DIARIO DEL HUILA, DIARIO DE BORONDITO

Después de la frustrada visita a uno de los volcanes que nos hacía ilusión conocer, logramos llegar a Quito, encontrarnos con otros opitas y disfrutar de este país. Las aventuras continúan.

Por: Nicolás Motta

Empezaba a llegar la noche después de esa caótica tarde quiteña. Teníamos claro que al menos dos días íbamos a estar lejos de nuestro carro, pero teníamos que concentrarnos, aún no sabíamos donde íbamos a dormir esa noche y estábamos muertos de hambre, nos metimos en el primer lugar que vimos para llamamos refuerzos.

Elegimos el peor lugar, una pollería con parrilla afuera para evitar que el humo se entrara al local, fracasaron y el interior estaba ahumadisimo, tanto que nos hacía doler los ojos y tener que salir frecuentemente a la calle para tomar un poco de aire.

Bueno, las llamadas: primero le pedimos al Miope -que no estaba con nosotros- y que buscara un hostal para tener donde llegar, luego llamamos a Lau, una chica opita que vive en Quito con JuanPa, su novio, nos habíamos contactado por Instagram unas semanas atrás; le contamos lo que nos había pasado y el lugar en el que estábamos arreglando el taller, se asustaron inmediatamente, aparentemente Guamaní es un lugar peligrosísimo, nos ayudaron a salir de ahí, pero de igual manera en algún momento tendríamos que volver por la nave.

El Miope había hecho un buen trabajo, consiguió un lugar ubicado en el centro de Quito, Latino Brothers, no tenía licencia para operar -Jaja- pero estaba bastante decente, estaba rodeado de iglesias muy altas y bonitas, se veía -como en gran parte de la ciudad- la virgen del Panecillo alzarse en lo alto de un cerro, ya nos íbamos haciendo idea de que queríamos visitarla. 

Compartimos con otras personas que también se estaban hospedando en el hostal, gente de casi todos los continentes reunidas en una terraza, bajo la hostigante vigilia de la gran virgen, alrededor del fuego y evitando fuertemente la sobriedad, y había razones para estar tomándonos algo, el cumpleaños del Miope y la paz después de la tormenta, además ya saben «!Champaña! En la victoria te lo mereces y en la derrota lo necesitas».

Un majestuoso lugar

Quito se parece a Pasto, pero mucho más grande. van a encontrar muchísimas plazas e iglesias -muchísimas, en serio-, las edificaciones antiguas, muy bien conservadas, con una arquitectura que es difícil de describir para el poco léxico arquitectónico que llevamos. Buscamos un lugar en la plaza central para hacerle un homenaje cumpleañero al Miope, luego nos fuimos a pasear entre las iglesias y visitamos una feria de emprendimiento donde le compramos un saco a Habana que la convertiría en un hermoso perrosaurio. 

Después de nuestra caminata nos tocó ir a rescatar el carro, sufrimos un poco por la impuntualidad del mecánico, pero sin muchas más novedades lo recuperamos. Decidimos volver a llamar a Lau, queríamos conocernos. En la llamada nos dicen que nos habían conseguido un cambalache en un hostal cerca de su casa, el trueque consitió en hacer unas piezas de arte a cambio de hospedaje y un rico desayuno. Nos vimos en este lugar y nos presentaron a su perrita Nala y luego nos llevaron a pasear por la ciudad, descubriendo pequeñas plazas de piedra entre callejones de adoquín antiguo, todo para rematar cenando en Lucia, un barrio restaurantero con una onda de la calle 85 en Bogotá, pero si lo hubieran hecho en La Calera, algo confuso, pero háganse la idea.

La noche aun no terminaba, ¿cómo iban a encontrarse seis opitas por fuera de Colombia y no terminar tomando aguardiente? Pues eso, hasta las cinco o seis de la mañana estuvimos entre risas, cuentos y trucos perrunos pasando la noche y haciendo un plan de desayuno que nos quedaron debiendo. Todo esto fue en pro de «limpiar el nombre de la ciudad» según JuanPa, un nombre que nunca estuvo en juicio por los malos ratos.

Iniciar un nuevo recorrido

Teníamos un guayabo que rogaba por una cerveza, pero no, queríamos ir a conocer un mirador muy popular en Quito, el mirador de los volcanes. Existe la posibilidad de ver hasta siete volcanes desde arriba -en el mirador-, el clima parecía que nos lo iba a permitir así que nos fuimos para allá. Para llegar hay que tomar un teleférico que se toma un buen rato para subir, permitiendo adelantarse un poco a lo que sería la vista desde arriba, no se veía ningún volcán.

Al llegar nos estaba esperando la gran Quito, tan grande que no se alcanzaba a ver su fin en el horizonte. El sol estaba muy fuerte y nuestro cielo despejado, pero en el horizonte se estaban empezando a alzar las nubes, así que nos estaban tapando la vista. Nos pudimos hacer idea de cómo se verían si estuviera despejado, estaban exhibidas unas fotos de un concurso de fotografía con imágenes tomadas desde el mirador, decidimos recostarnos a ver hacia el infinito y disfrutar de la vista a la ciudad y la pared montañosa que la rodea. 

Descubrimos que el mirador también tenía un sendero, uno largo por la cima de la montaña, lleno de animales para tomarse fotos, parques, y algunas pequeñas atracciones gratuitas como columpios gigantes que daban la sensación de estarse meciendo sobre la ciudad, el sendero llegaba hasta el volcán Rucu Pichincha, pero estaba a varios kilómetros de nosotros y estábamos muy enguayabados como para caminar, en lugar de esto nos decidimos a tomar un café y tirarnos en el pasto un rato y observar cómo valerosos caminantes se osaban a alcanzar la punta del volcán, o al menos acercarse a él, nosotros ya habíamos tenido suficiente.

Estuvimos ahí hasta que el cielo se puso amenazantemente gris, decidimos bajar del lugar e ir a conocer a la imponente virgen del Panecillo, esta virgen tiene una particularidad, tiene alas y también es la escultura de aluminio más alta del mundo, si es bien alta pa que. Dentro de la virgen hay una especie de museo con las maquetas de iglesias de diferentes partes del mundo, historias sobre la aparición de vírgenes a lo largo del mundo, los planos de construcción de este gran monumento y un balcón que le da toda la vuelta a la virgen haciéndola también un mirador de 360 grados sobre Quito. Parchamos ahí hasta que el frío o el hambre o las dos nos sacaron y nos fuimos a buscar comida mexicana, la historia de la virgen de Guadalupe nos había antojado de unos buenos nachos. 

Compartiendo con otros opitas  

Estábamos aún en deuda, teníamos que cumplir con nuestra parte del trueque, así que el Gordo, cumpliendo con su labor de despertador, nos estaba levantando a las 7:30 AM como mamá cansona, así eran las cosas. Bañaita express, desayuno a la mesa y a decidir que íbamos a hacer. Ganó un paisaje de un volcán, para variar y un helado estilo de los ochenta. Uno iba a quedar en la heladería -a que no adivinan cual- y el otro en la cafetería. Valen repartió las tareas entre los integrantes del Borondo y así logramos terminar los dos murales en un solo día, tiempo récord. 

Al terminar nuestra pintura nuestros amigos nos visitaron para dar una crítica y compartir con nosotros unas buenas cervezas, porque ya saben «!Champaña! En la victoria te lo mereces y en la derrota lo necesitas». Decidimos ir a celebrar el final de nuestra estadía en Quito yendo a comer Sushi con ellos. Nos divertimos, nos reímos sobre el incidente del carro de nuevo -que viva Guamaní- y nos despedimos de Laura, Juan Pablo y la hermosa Nala.

Un apartado para agradecerles lo especiales que fueron, lo que nos enseñaron ¡y lo que nos ha servido!, gracias por ayudar a limpiar el nombre de Quito, que, aunque nunca estuvo sucio ustedes hicieron que brillara. 

Al otro día partiremos hacia la mitad del mundo, ¿sabían que existe más de una?

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