Diario del Huila

“Yo el supremo”

Jun 18, 2022

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POR: Amadeo González Triviño

Ineludiblemente se nos vinieron encima las elecciones. Incertidumbre total, pero confianza en cada uno de quienes podemos entender y definir la suerte de este país. 

La literatura sirve de apoyo a estos diálogos que hemos tenido con nuestro propio ser y con quienes comparten muchos de nuestros pronósticos, ideas o angustias y tristezas por lo que se avecina y en un dialogo fructífero con nuestros amigos, en una tertulia que se ha transmitido entre la razón y la locura, no nos ha quedado otra alternativa que dejar divagar y comprender el dicho y la versión que doctos en la materia buscan interpretar frente a todo este proceso que no tiene reversa. 

A propósito del debate electoral tomo prestado el título de la novela de Augusto Roa Bastos, que recrea con elementos históricos y de ficción el gobierno de un presidente-dictador de Paraguay. Ello, por el posible triunfo de un candidato, impulsado por el poder económico y la gran prensa que lo disculpan y justifican en sus expresiones y promesas arbitrarias y dictatoriales como una gracia de ser espontáneo y auténtico de su territorio de los comuneros.

Su “programa” se reduce a reiterar que su lucha frontal es por “acabar con la robadera”, sin embargo, el común del electorado no advierte que tal promesa -de ser cierta-, se traduce en engaño y es una premonición del que cree ser “El Supremo”.

En efecto, si los “ladrones” están en el Congreso y en las instituciones gubernamentales -Ministerios, Consejerías, Superintendencias, embajadas, etc.-, pues, la solución es sencilla, suprimirlos. 

De ahí, no es un chiste que anuncie como primer acto de gobierno decretar el “Estado de Conmoción Interior” para gobernar como el “el supremo”, y si la Corte Constitucional se “atraviesa”, igual, se suprime o suspende; lo mismo ocurrirá con Gobernadores o Alcaldes que no se plieguen a sus dictados; qué no de decir de los entes de control y la Rama judicial, que como ha tenido actos de corrupción, entonces, allí hay ladrones que debe expulsar y la receta no es otra que borrarlas o reemplazarlas por las del gusto del “supremo”, ¿de qué otra forma acabaría con la robadera?, sino es suprimiendo el Estado Constitucional y la separación de poderes, para complacer los caprichos, soberbia y autoritarismo del “supremo” y sus elegidos -300 personas se su predilección-, con lo que contratará, pues, la licitación pública es también “robadera”. 

“De esa forma, se retrocede siglos la historia democrática para volver a un estadio de la humanidad que se creía superada, el feudalismo con sus gobiernos absolutistas, basta recordar al Rey de Francia, Luis XIV que se ufanaba de proclamar “El Estado soy yo”, y los abusos de ese sistema de gobierno condujo a la revolución francesa. Por manera que, una intentona como la del candidato Rodolfo, y los que por conveniencia lo rodean e impulsan puede desembocar en algo parecido, que hoy conocemos como “estallido social” que sería el desastre más grande para la democracia amenazada por el creciente deterioro del bienestar social  agudizado por la desigualdad económica y miseria de amplios sectores de la población, que sin saberlo o al aparentar no interesarse en hacerlo, viven enajenados  por las redes sociales y aplauden al próximo gobernante prototipo de “el Supremo”.

Esclarecidos columnistas vienen señalando que Rodolfo, puede terminar separado de la presidencia, y, obvio reemplazado por la Vicepresidente, mujer inteligente y meritoria que será presa fácil de los que por siempre disfrutan las mieles del poder, unos agazapados, otros abiertamente, de ahí, no sorprende que los hermanos Galán, corrieron a ofrecerle respaldo electoral, incluso, para sorpresa de muchos el insigne senador del MOIR con su cara triste también se postró de bruces ante  “El Supremo”, así a última hora esté anunciando el voto en blanco.

Tertulias inagotables, consideraciones que se soportan en la vida y en la ficción, y que nos llevan a votar precedidos de razón no de emociones que pronto se esfumarán, es una premisa con la cual podemos convocarnos para esta situación que tenemos ahora que enfrentar, de lo contrario, no queremos anticipar las consecuencias de esta situación que, de cambio por el cambio, no sería más que un desastre tras otro desastre, sin rumbo y sin esperanzas como lo vamos repitiendo año tras año.    

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