Deshojando margaritas
Por Margarita Suárez Trujillo
Comparto cien por ciento la columna de Germán Vargas Lleras sobre la pretendida Reforma Laboral. Su escrito en El Tiempo no es una crítica al gobierno. Es un llamado a la cordura para evitar una debacle. Un grito de alarma cuando afirma que «no está inspirada en la creación de más y mejores empleos sino en la defensa de los intereses de menos del 5% de los trabajadores, los trabajadores sindicalizados y, en especial, sus élites”. Vaticina que “profundizará la informalidad laboral, se perderán cientos de miles de empleos, especialmente de mujeres y jóvenes, también competitividad y se afectarán los ingresos de las familias en momentos en que se prevé un crecimiento casi nulo de la economía… Desestimula la creación de empleos formales y de calidad. Encarece la contratación a través de los incrementos en el costo de la hora laboral por efecto de la reducción de la jornada de 48, en la práctica, a 42 horas semanales. A esto se suma el incremento en el pago de horas nocturnas, dominicales e indemnizaciones, como bien lo establece el juicioso estudio de la Andi”. Fenalco cuantifica el incremento en los costos laborales en un 35% y advierte que el clúster del comercio, hoteles, restaurantes, bares, transporte y entretenimiento, será el más damnificado. Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, señala que el proyecto deja por fuera a dos de cada tres colombianos que integran la población económicamente activa. GVLL considera que la reforma criminaliza cualquier conducta que pueda entenderse como atentatoria contra los derechos de los sindicatos. “Veremos las cárceles llenas de responsables de las áreas de recursos humanos de las empresas. Entrarán a ocupar las celdas que dejen los responsables de delitos de lesa humanidad, asesinos y terroristas, que con el proyecto de humanización de cárceles y de sometimiento, quedarán en libertad”. El presidente Petro respondió sin mayores argumentos a los críticos de la reforma. Algo así como “Yo no la crie”. Dice que la informalidad no es producto del salario de los trabajadores formales, sino de la ausencia de la reforma agraria en la historia y del raquitismo industrial”. Como decía Elvira Mendoza sobre algo que no cuadraba con lo argumentado: “Mi mamá tocaba piano”.
