En un rincón del departamento del Huila, entre las calles de La Plata, se encuentra un taller donde la magia cobra vida a través de las manos de una mujer extraordinaria: Yolanda Rojas Martínez. Su historia es una de dedicación, amor por el arte y un legado familiar que ha marcado su destino desde su infancia.
Yolanda, hija de Didimo Antonio Rojas, un reconocido escultor, creció rodeada por la pasión artística de su padre. Desde temprana edad, Yolanda se sumergió en el mundo del arte, ayudando a su padre en el taller y absorbiendo cada enseñanza con avidez.
Sus primeros pasos artísticos
«Al comienzo yo solo le ayudaba a mi papá lijar, pintar y decorar. Cuando papá enfermó, ya me tocó a mí trabajar con la escultura para ayudar en el hogar. Desde muy niña me gustó el dibujo y siempre admiré mucho a mi papá y siempre anhelaba poder aprender a trabajar el arte de mi padre», recuerda Yolanda con nostalgia.
Con el paso de los años, Yolanda se convirtió en aprendiz de su padre, luego en su colaboradora y tras su fallecimiento, fue la encargada de llevar las riendas del taller que una vez compartió con él. Hoy, tras más de cuatro décadas dedicadas al arte, Yolanda es reconocida como una de las escultoras más destacadas del Huila.
Su especialidad radica en las obras de carácter religioso, que han ganado reconocimiento a nivel local y nacional. En glorietas, iglesias y templos de todo el país, se encuentran las creaciones de Yolanda, cada una llevando consigo el sello distintivo de su talento y dedicación.
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Grandes obras
En Garzón, está una San Miguel Arcángel, que mide alrededor de 5 metros, es una de sus obras favoritas porque está expuesta al público y puede ser disfrutado y admirado por todos.
Muchas otras de sus obras se encuentran en iglesias de municipios huilenses como Acevedo, Rivera, Gigante, Suaza, Tarqui, Nátaga, Pitalito y Neiva; además de departamentos como el Cauca, Valle, Caquetá, Cesar y Cundinamarca y próximamente estarán en Estados Unidos de Norteamérica.
“Cada imagen que yo termino, me sigue generando esa sensación de nervios cuando la voy a entregar. Gracias a Dios la gente queda satisfecha con mi trabajo y ese es el mejor pago”, resalta Yolanda.
“Dios no me desampara”
En 2020, en plena pandemia y en un momento de incertidumbre económico, una pequeña tarea encargada por una cliente desencadenó una serie de eventos que le ratificaría una vez más que Dios siempre la acompaña.
Lo que comenzó como la elaboración de un modesto cofre se convirtió en un encargo monumental: por medio de las redes sociales su trabajo fue visto y tras la referencia, le fue encargada una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe tallada en madera de 2.40 metros de altura. A pesar del desafío que representaba, Yolanda aceptó con valentía y confianza en sus habilidades.
«Yo le pido mucho a Dios, a la virgen y yo sé que el alma de mi padre también me ayuda. La imagen quedó muy bonita, después de 6 meses entregué la obra», relata Yolanda con emoción.
El éxito de esta primera obra llevó a que el cliente solicitara seis figuras más de Nuestra Señora de Guadalupe, todas de dimensiones impresionantes y con detalles meticulosos. Cuatro años de arduo trabajo y dedicación han dado vida a estas obras maestras de 150 kilos que pronto cruzarán fronteras hacia Estados Unidos.
«La escultura para mí es un trabajo bendecido y yo amo lo que hago», concluye Yolanda con humildad y gratitud por el don que le ha sido otorgado. Su taller en La Plata, Huila, sigue siendo un refugio donde la magia y el arte convergen, dando forma a sueños y alimentando el alma con cada creación. Yolanda Rojas Martínez, una mujer con manos mágicas cuyo legado perdurará por generaciones.
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